En las redes oscuras de cada empresa, donde la ley no tiene voz ni voto y el poder se mide en balas, las mafias gobiernan a su gusto.
Sus nombres son susurros en los pasillos oscuros, pero sus acciones brillan en toda la ciudad. Mostrándose ante al...
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Corporación Taylor. Fecha 29.11.23 | Hora 11:35 a.m.
—Es imposible que alguien desaparezca así. ¿Estás seguro de lo que dices? —, dijo ya cansado el Sr. Taylor. Habían pasado dos agotadores meses desde el último altercado con la mafia rusa y todo parecía un tanto calmado fuera de lo normal, y si bien aún estaban al pendiente de cualquier problema que se les presentara, todos sus ojos estaban puestos en encontrar al hacker responsable del descubrimiento de gran parte de su información encriptada.
No se había dado ni sus luces, pero gracias a algunas ventanas que había logrado desbloquear, había dado paso a que más hackers que antes no habían tenido ni la posibilidad de pisarles los talones, ahora fueran una piedra en el zapato para muchos de sus agentes especiales en informática y ciberseguridad.
Y si bien ellos eran fáciles de controlar al tener muchos agujeros en sus intentos por entrar, tenían temor de que este individuo osara a regresar y le diera una mayor ayuda a todos esos novatos.
—No dejo rastro alguno, lo intenté, pero no puedo encontrarlo. Intento buscar su ubicación y me arroja más de 200 a la vez, y entra más busco, estas direcciones se siguen duplicando. Es una trampa tan sencilla, pero horrible de enfrentar —contesto el líder de la operación de rastreo, con las manos en el teclado y su vista centrada en la pantalla.
Tenía las mejores computadoras con una capacidad de rastreo incomparable. Jamás había visto equipos tan rápidos. Pero ni con tantas máquinas y más de 20 especialistas trabajando, podían dar con este tipo, les era imposible con tantas trampas que había puesto esta persona. Eran capaces de salir de una, pero en seguida entraban a otras tres trampas más.
—¿Nadie ha encontrado nada de nada, me estás jodiendo? ¿Y se hacen llamar los mejores del mundo? —el mayor ya estaba un tanto cansado y con los ojos más borrosos que servibles, había dormido al rededor de dos a cuatro horas las últimas tres noches, y sentía que encontrar a ese tipo que antes estaba recio por sacarles información, sería un problema —. Es uno entre todos ustedes, por Dios. Tienes 74 horas para encontrar al responsable, si no yo mismo me encargaré de que la próxima vez que sean necesarios, cada uno de ustedes se capacite. Porque no les van a faltar ganas para no hacer su trabajo como se debe. Les estoy pagando como nunca, quiero un nombre, una dirección y un nuevo sistema de protección. ¿Fui claro?
—Así es, señor —temeroso, respondió el encargado por todos ellos. Para segundos después ver al mayor salir por la puerta dejando detrás de él toda la imponencia que irradiaba.
—¿A dónde vas, Alexander? —llamo Rocke por su nombre principal al verlo pasar a un lado de él, molesto y serio.
—A ver a mi hijo, han pasado tres meses. Necesito comprobar con mis propios ojos que se encuentra bien.
