Polos opuestos (BBRAE)

La sorpresa.

Narra Raven:

Me levanté emocionada, hoy iba a ver a Damian, hacía tiempo que no lo veía; y tampoco hablaba mucho con él. Aprovecharía la situación para pedirle que nos viésemos un poco más, de verle tan poco y que no me respondiese casi nunca a veces se me olvidaba que estábamos juntos.

—Buenos días —me dijo Star, nada más salí de la habitación—. ¿Y esa sonrisa?

—Hoy he quedado con Damian, ayer me dijo que me tenía una sorpresa, me pregunto qué será.

—Me lo tienes que contar todo cuando vengas, aunque no me espero nada muy bueno de él para ser sincera.

—No digas eso, seguro que es algo bueno, ya lo verás.

Fui a la cocina y empecé a prepararme mi té. Cuando estaba terminándolo, entró Bestia, y tiró un vaso haciendo que se rompiese.

—Hoy la suerte no está de mi lado, sabes, ayer me caí de la cama, dos veces. Además, me he levantado con el pijama del revés.

—Ja, ja, ja —cuando terminó de recoger y tirar los pedazos de vidrio, se puso a mi lado, y pude notar una cosa—. ¿Desde cuándo eres más alto que yo? Siempre he sido yo la alta.

—Has tardado en darte cuenta, hace tiempo que te supero.

Me terminé el té y me senté a leer hasta que fue hora de almorzar. Nos sentamos todos juntos comiendo un plato que había preparado Cy.

—Oídme, chicos, me voy a ir a Gotham, por si queréis venir—nos preguntó Grayson.

—Yo no puedo, he quedado con Damian.

—Yo iré encantada, no tengo nada más que hacer.

—Yo también iré, ¿tú irás, Bestia?

—No creo, tengo que hacer unos recados.

Terminamos de almorzar y todos se fueron, excepto Gar y yo. Pasaron unas horas, ya eran las seis, tenía que salir ya si quería llegar a tiempo a la quedada con Damian.

—Voy a salir ya, Gar. Vuelvo en unas horas.

—Que te lo pases bien, Rae.

Llegué a la puerta de la cafetería en la que había quedado con Damian, pero no lo veía. Esperé unos treinta minutos, pero no había ni rastro de él; hasta que me llegó una llamada suya.

—Hola, cariño, siento no estar ahí, me ha surgido algo urgente, pero ven a mi casa, estoy aquí resolviéndolo —me pasó la ubicación de su casa.

—Claro, ahora mismo voy.

Con suerte, su casa no estaba muy lejos de la cafetería. Llegué y la puerta ya estaba abierta, pasé y la cerré. Lo busqué por el salón, pero no estaba allí; estaba algo perdida, nunca había estado en su casa. Lo encontré en lo que debería ser su cuarto, sentado frente a un ordenador.

—Hola, no te había oído llegar, siéntate en la cama, ahora mismo estoy contigo.

—Oye, te quería hablar de una cosa.

—Claro, dime—no apartó la mirada del ordenador.

—He estado notando que quizás no me prestas toda la atención que siento que deberías prestarme, o más bien, a nuestra relación. Claro que no estoy diciendo que debas dejar de prestarle atención a tu trabajo de héroe. Me gustaría que habláramos más seguidamente.

—Sí, por supuesto —apagó el ordenador y se vino conmigo a la cama—. Bueno, supongo que querrás ver la sorpresa que te dije que te tenía preparada.