En un mundo de coronas y bisturís,
Donde el destino teje tramas crueles,
Ella, princesa de vestidos largos,
Él, médico astuto, oculta sus ideales.
En la sala del hospital, miradas furtivas,
Entre vendajes y secretos susurrados,
Sus corazones danzan...
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No sabía cómo había llegado a casa, todo a su alrededor parecía falso. La princesa, que siempre había sido tan racional, estaba desolada y sin saber qué hacer o qué pensar.
Mary entró por la puerta principal de su casa. Thomas, que estaba sentado en el sofá, al oír la puerta abrirse, se giró esperando ver entrar a su hermana. Al ver el estado en que se encontraba la más joven, se levantó inmediatamente del sofá y caminó hacia ella.
"Qué diablos, Mary." Él tomó las manos ensangrentadas de la chica. "¿Qué ha pasado?" Preguntó preocupado.
Mary, aún distante, respondió: "Tranquilo, esta sangre no es mía, es de otra persona."
"Eso realmente me tranquiliza." Dijo con ironía mientras miraba a su alrededor, asegurándose de que estaban solos. "No mataste a nadie, ¿verdad?"
Ella no había matado a nadie; la única persona que estaba muriendo era ella, pensó la princesa. Antes de que Mary pudiera responder, Isobel, su madre, apareció en la sala y la llevó a su habitación.
La princesa no se quejó, ya no había nada por lo que quejarse. Era mejor hacer lo que todos querían y no causar ningún tipo de conflicto en esos últimos momentos.
Cuando entraron en la habitación, la reina fue inmediatamente al armario de su hija en busca de ropa limpia. Isobel no había dicho nada hasta ahora.
"Esto puede parecer cruel, lo sé, querida, pero es por tu bien." Isobel decía todo con calma.
Mary miró a su madre y asintió antes de dirigirse a su cama y acostarse. "No necesitas cerrar la puerta con llave. No voy a salir de aquí."
Isobel simplemente miró a su hija y salió de la habitación, cerrando la puerta, pero sin cerrarla con llave.
Thomas golpeó la puerta y entró sin esperar respuesta de su hermana. "Mamá dijo que tú..."
El moreno dejó de hablar y corrió hacia su hermana, que estaba caída en el suelo. Se arrodilló al lado de la más joven y le sostuvo la cabeza contra su pecho, tratando de pensar qué debía hacer.
Mary parecía estar consciente, pero Thomas no sabía por cuánto tiempo más lo estaría. Con delicadeza, colocó la cabeza de su hermana en el suelo y le dio un beso en la frente.
"Voy a buscar ayuda, ya vuelvo." Se levantó del suelo. "Si te mueres, te mato." Dijo, y corrió hacia la puerta.
Thomas bajó las escaleras rápidamente hasta la sala, esperando encontrar a alguien, pero no había nadie en ningún maldito lugar de esa casa.
