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Jake avanza a paso firme por los oscuros corredores de la fortaleza de su Orden, sus botas resonando en las paredes de piedra mientras su mente es un torbellino de emociones.
El beso de Sunghoon aún lo atormenta . El roce de los labios del Vampiro lo tiene confundido, desestabilizado de una forma que no puede permitirse como Cazador.
Lo peor de todo es que había buscado a Sunghoon en ese bar, como si quisiera entenderlo, como si hubiera una justificación para sus acciones. Se sentía humillado y traicionado, no por el Vampiro, sino por su propia debilidad.
"Fue un error. No debí ir. Nunca debí escucharlo" Piensa con rabia mientras se dirige al taller del herrero de su Orden.
El eco de las palabras de Sunghoon, el vínculo inquebrantable que había prometido, lo persiguen como una sombra, pero Jake sabe que no puede permitirse caer en esa trampa.
El taller del herrero estaba ubicado en la parte más baja de la fortaleza, un espacio cálido lleno de herramientas, armas, y una fragua que chisporroteaba bajo el resplandor del fuego. El olor a metal y aceite impregnaba el aire.
El herrero, un hombre corpulento de barba gris y manos encallecidas, alzó la vista cuando Jake entró.
Sin decir una palabra, el joven Cazador se acercó al banco de trabajo, sus ojos reflejando una determinación que solo el herrero puede notar.
—Necesito que me prepares algo —Dice Jake, su tono firme.
El herrero deja de lado lo que estaba trabajando y le dirige una mirada interrogante— .¿Qué tienes en mente, muchacho?
Jake respira hondo, sus manos tensas. —Un aro. De plata. Para mi labio.
El herrero frunce el ceño, sorprendido por la petición.
Sabía que los Cazadores usaban plata en sus armas, el único metal capaz de herir a los Vampiros, pero un aro de plata en el labio era algo que nunca había hecho.
—¿Plata? ¿Un aro? —Repite el herrero, mirando a Jake con curiosidad—.Sabes que la plata no es cómoda de llevar en contacto con la piel. Quema. ¿Estás seguro?
Jake asiente con firmeza, sin vacilar— .Sí. Lo necesito. La plata es el único metal que puede dañar a los Vampiros, y... —Jake se diete, las palabras atoradas en su garganta—.Creo que uno de ellos está intentando engañarme. No puedo permitir que eso suceda de nuevo.
El herrero observa a Jake por un largo momento. Sabe que algo más profundo se esconde detrás de la petición, pero decide no preguntar.
Él, como todos los Cazadores, comprende que los Vampiros tienen formas de enredar la mente de sus enemigos, de jugar con sus deseos más ocultos. Si Jake creía que necesitaba ese aro, entonces así sería.
—Muy bien. Te haré el aro de plata, pero te advierto que no será agradable llevarlo —Dice el herrero mientras se vuelve hacia sus herramientas, preparándose para trabajar el metal.
Mientras el herrero comienza a forjar el aro, Jake se queda en silencio, mirando las llamas de la fragua.
Su corazón aún late con fuerza, pero sus pensamientos son claros, debe protegerse.
No solo de Sunghoon, sino de sí mismo. El beso había despertado algo en él, algo que no podía controlar, y eso lo aterraba.
"Debí saber que solo quería jugar conmigo" Se reprende mentalmente.
"No hay posibilidad de que pueda entender su mundo. No importa lo que diga. No puedo confiar en él".
El metal chisporrotea en la fragua, y el sonido es casi un eco de los pensamientos de Jake.
El aro sería su barrera, su escudo contra el engaño del Vampiro. Quizás no sanará las heridas internas que el beso había dejado, pero será un recordatorio constante de lo que debe hacer, mantenerse firme, alejarse de la tentación.
Cuando el herrero termina, entrega el pequeño aro de plata a Jake, quien lo sostiene entre sus dedos, sintiendo el frío del metal que pronto se convertirá en una quemadura constante.
—Aquí tienes. Será doloroso al principio, pero te acostumbrarás —Explica el herrero, observando a Jake con algo de preocupación.
Jake asiente. El dolor no importa. Nada importa más que borrar la huella de Sunghoon de su cuerpo y mente. Mientras sale del taller, sosteniendo el aro con determinación, solo una cosa le quedaba clara no volverá a permitir que un Vampiro juegue con él.
Esa noche Jake tiene el turno nocturno de vigilancia, su nuevo aro de plata brilla en su carnoso labio inferior, se dirige hacia un callejón donde se rumora se ha visto un Vampiro.
Jake no sabe que Sunghoon lo está observando, pero siente una presencia que le pone la piel de gallina. Se detiene en medio del callejón, respirando con dificultad, el sonido de sus pasos resonando en las paredes a su alrededor.
Se lleva una mano al aro de plata que acaba de entregarle el herrero, la promesa de protección contra los Vampiros que había buscado en un acto desesperado.
El metal frío en su labio le recuerda la guerra inminente entre sus deseos y su deber.
"¿Dos inviernos más?" Repite en su mente, sin poder comprender del todo qué significa. Su vida siempre ha sido una lucha constante entre la luz y la oscuridad, entre Cazadores y Vampiros. Pero ahora, todo parece más complicado. El beso de Sunghoon sigue quemándole la conciencia, y la promesa del Vampiro lo atormenta.
"¿Cómo puedo querer a alguien como él?" Se pregunta con frustración. Pero el deseo, tan profundo y visceral, no desaparece. Y esa incertidumbre lo consume.
Un ruido lo saca de sus pensamientos. Se da la vuelta, sintiendo el peso de una mirada sobre él, pero el callejón está vacío. Aun así, el aire está cargado de tensión. Jake da unos pasos más antes de detenerse de nuevo.
—¿Sunghoon? —Susurra, aunque sabe que no debería.
El Vampiro no aparece como respuesta a su primer llamado, pero algo le dice que no está solo...
𝐌𝐚𝐝𝐧𝐞𝐬𝐬 𝟔. 𝐋𝐢𝐩 𝐄𝐚𝐫𝐫𝐢𝐧𝐠 𝟎𝟗/𝟎𝟗/𝟐𝟎𝟐𝟒
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