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Pov Martin:

Ya hace un mes que Operación triunfo acabó y ahora Juanjo y yo estamos en Magallón, descansando un poco con su familia, antes de mudarnos a Madrid y que empiece el ajetreo de la gira.

Según lo que nos dijo el doctor en la última visita, los bebés no tardarán mucho más en nacer y, sinceramente, espero que nazcan antes de la gira. No quiero ni imaginarme en la situación de ponerme de parto en medio del escenario. Y Juanjo menos. Si ya se pone histérico en los simulacros…

Pase lo que pase, ya hemos acordado que, durante los días que estemos de gira, los bebés se quedarán en el piso de Madrid y nuestros padres se irán turnando para cuidarlos.

– ¿En qué piensas, Martin? – me pregunta Irene, una de las mejores amigas de Juanjo.

– En que Juanjo va a ser muy buen padre. – digo, levantando la mirada para ver lo rojo que se ha puesto e Irene ríe, enternecida.

Los tres estamos en uno de los montes de Magallón, tumbados entre las hierbas. Bueno, Juanjo e Irene están tumbados entre las hierbas. Yo estoy tumbado encima de Juanjo, con la espalda pegada a su pecho y él me abraza desde atrás por la cintura, con sus manos cubriendo mi vientre de forma protectora y mis manos encima de las suyas, jugando con sus dedos. Juanjo dice que se niega a que yo me tumbe directamente en el suelo, estando en mi estado. 

Me encanta que se preocupe por mi. Siempre me ha gustado. Me hace sentir querido, me hace sentir especial. Me hace feliz.

Unas fuertes punzadas empiezan en mi zona baja y todo mi cuerpo se tensa. Juanjo lo nota al instante.

– ¿Qué te pasa, mi amor? – pregunta, preocupado.

– Una contracción. Creo.

– ¿De verdad? – empieza a alterarse.

– Sí. No es un simulacro.

– ¿Ya vienen los bebés? – pregunta Irene, emocionada y yo asiento con una mueca en la cara, al sentir otra contracción.

– ¡No te quedes ahí parada! – Juanjo ya está histérico, mientras se incorpora, con cuidado de no molestarme – ¡Ve a por el coche, co!

– Puedo andar, Juanjo. – digo, entre risas, cuando él me coge en brazos, al estilo nupcial.

– Estás loco, si crees que voy a dejar que te sobreesfuerces, en estos momentos. – dice, intentando no perder la cordura, mientras casi corre hacia el coche.

*****

Por suerte, el hospital no queda muy lejos —sobre todo teniendo en cuenta que Magallón es un pueblo de tan solo mil habitantes—, y nos atienden al instante.

Yo estoy estirado en la camilla, maldiciendo todo lo habido y por haber, mientras aplasto la mano de Juanjo. No se como no se la he roto aún. Como tampoco sé como sigue a mi lado, después de que le esté diciendo de todo menos guapo. 

Pero él sigue aquí, a mi lado. Dándome una de sus manos y acariciándome con la otra, mientras me va dando besos en la cabeza e intenta tranquilizarme con su voz.

– Felicidades. – dice el doctor, no se cuantas horas después – Son mellizos. Un niño y una niña.

Dejan a ambos recién nacidos encima de mi pecho unos segundos, antes de cortarles el cordón umbilical y yo les abrazo, con las pocas fuerzas que me quedan. Juanjo nos abraza a los tres, de forma protectora y puedo sentir caer encima de mi piel, algunas lágrimas de felicidad por parte de mi Alfa, antes de caer rendido a los brazos de morfeo.

******

Al despertar, estoy en la camilla de la habitación postparto que me ha sido asignada y juro que, de ser posible, mi corazón ahora mismo reventaria de ternura por la escena con la que me encuentro: Juanjo medio estirado en el sofá-cama para los invitados, con nuestros hijos estirados en su pecho.

– Mirad quien ha abierto los ojos. – les susurra a los bebés, pero mirándome a mi – Papi ha despertado. – dice, asegurándose de tenerlos bien cogidos, antes de venir hacia mí y sentarse en un hueco libre de la cama – Buenos días, mi Omega.

– Buenos días, mi Alfa. – digo, con una sonrisa que nadie podría borrarme.

– ¿Los quieres cojer un rato? – pregunta, y yo asiento, antes de que me deje a los bebés encima de mi pecho, delicadamente.

– Son perfectos. – digo, con los ojos llenos de lágrimas de felicidad.

– Como tu. – dice Juanjo, antes de besar mi frente – Te amo. – me susurra.

– Te amo. – susurro yo, antes de que nos besemos.

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Y hasta aquí esta historia!!!

Y antes de que me mateis, en algún momento subiré algún “oneshot” de ellos siendo padres.

Ahora voy a subir las aclaraciones y los mapas de la siguiente historia “En guerra”, una historia de fantasía con “enemies to lovers” (pero no sé cuando voy a poder subir el primer capítulo).

Espero que os haya gustado 💕

Mi Alfa - Juantin AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora