Confusiones.

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—¿Por qué te tienes que ir? —Clara me dijo con un puchero.

—Porque si quiero seguir teniendo que comer tengo que seguir trabajando. Y si me salto una pelea, Ronny me corta cabeza.

—Te vamos a echar de menos —Paula me miro desde el sofá.

—Solo me voy cuatro días.

—Pero te vas los peores cuatro días, Ari y yo empezamos segundo de bachi, Pau segundo de carrera, y Clara empieza a trabajar para el Barça. —Sí, bueno, ha sido una semana movidita.

El día de la operación de Marc fuimos de fiesta. Todas habíamos bebido bastante, así que tomamos la decisión de que Clara se quedaría a vivir conmigo. Eran las cinco de la mañana cuando decidimos llamar a sus padres y darles la noticia. Los susodichos nos colgaron a los dos segundos de gritarles la noticia y se fueron a dormir, pero una hora después, caímos en la cuenta de que necesitaba un trabajo, así que sobre las seis y media de la mañana, llamamos a Han. Quien por algún motivo estaba despierto y sorprendentemente nos dijo que se lo comentaría a Deco, a lo que Lu gritó: ¡COME MIERDA DECO! Y en ese momento a todas nos hizo mucha gracia, pero luego lo pensamos mejor y dejamos de reírnos.

—Yo no decido los días que peleo, amor —me giré para guardar un tanga y cogí otro, pero antes de guardarlo en la mochila me volví a mirarlas.

—Eso a Marc le encantaría —mire lo que Lu señaló. Mi tanga favorito era uno de tiras a los lados y estampado de leopardo.

—Eres tonta, nunca me ha visto un tanga, y no lo hará —lo guardé en la mochila.

—Sabes que para ser "follaamigos", hay que follar ¿no? —dijo Clara con cara de obviedad.

Iba a contestarle, pero alguien llamó a la puerta, así que solo le tiré una camiseta de —creo— Lamine y fui hacia la gran puerta negra.

Al abrirla sonreí inconscientemente.

—Te han dado el alta —le dije al chico vestido entero de blanco con un aparato enorme en toda la pierna izquierda.

—Sí, bueno... aquí estoy —no sabía qué responder; desde el día de la operación no había tenido tiempo para ir verle con el lío de la pelea; entrenaba diez horas diarias y las otras catorce restantes o comía o dormía.

—Siento no haber podido ir.

—Lo entiendo, si yo tuviera entreno tampoco iría a verte a ti —me dijo con una sonrisa divertida.

—Idiota —entré a casa, sabiendo que me estaba siguiendo.

—Las muñecas de famosos se dirigen al portal —cantaron mis amigas al ver entrar a Marc.

—¿Y porque no os matáis? —les respondió riendo.

—Demasiado esfuerzo, no nos apetece —replicó Clara.

—Y cuidado con lo que dices. Con esa pierna te pillamos hasta con andador. Marc se tiró al sofá con una sonrisa. Me apoyé en el marco de la puerta que daba a la cocina, mirando a mis cuatro amigas y al moreno.

—Bueno, chicas, creo que es momento de que nos vayamos —dijo Clara, levantándose del sofá con su habitual energía. Cogió su bolso rojo brillante, ese que siempre llevaba a todos lados, y se dirigió hacia la puerta con un pequeño gesto de cabeza, señal de que las demás la siguieran.

-Sí, es tarde y hay que madrugar mañana... —añadió Paula con una sonrisa perezosa, aunque claramente tenía poco interés en irse. Ari la siguió, arrastrando los pies y emitiendo un ligero suspiro de resignación.

—Tía, son las once de la mañana.

—Nos vemos pronto, amor —dijo Lu, deteniéndose un momento para darme un rápido abrazo antes de continuar hacia la puerta.

LO HARÍA POR TI, Marc Bernal.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora