—¿Me puedes explicar como se te ocurre hacer eso? —mi madre caminaba de un lado al otro delante de la tele apagada del salón de su piso en el centro de Barcelona. Que yo les había pagado.
—Me estas taladrado la cabeza mama.
—¿Y tu no vas a decir nada? —le pregunto a mi padre, quien miraba un periódico sentado en su sillón de cuero.
—Va a acabar la temporada, y después, no pienso volver a saber nada de ella.
—Madre mía —saqué el móvil del bolsillo y me metí en Instagram, ignorando lo que mi madre me repetía una y otra vez.
La quería, muchísimo, pero no sabía cuando parar. No sabía donde estaba el límite. Era tóxica, al igual que yo.
—¡Daniela, deja el puto móvil! —gritó mi madre, su voz cortando el aire como un látigo. No lo hice, pero tampoco la miré, seguí deslizando el dedo por la pantalla como si no estuviera pasando nada, como si sus palabras se fueran apagando entre la música que sonaba en mi cabeza.
—Deberías hacerle caso a tu madre —mi padre dejó el periódico sobre la mesita con un golpe seco, levantándose lentamente del sillón—. Es increíble lo lejos que has llegado, y para esto. Para volver a ser una puta yonki sin futuro.
Levanté la vista y lo miré directamente. No sentía nada, ni rabia, ni tristeza. Solo vacío.
—Ya lo has dicho todo, ¿no? Acabo la temporada, y desaparezco de tu vida. Así que... ¿Qué más te da?
Mi padre se me quedo mirando, con esa mirada que hacia cuando Dani o yo le "faltábamos" al respeto. Yo le ignoré volviendo a bajar mi mirada a mi teléfono. Iba a deslizar unas fotos de Lamine en el partido contra el Getafe. Pero mi padre me arranco el móvil de las manos y lo tiro contra la pared.
—¿Quieres un consejo? Ves al psicólogo, tienes problemas de ira —mire mi móvil desde el sofá. Estaba destrozado. Así que me levante y camine a la puerta.
Pero mi padre me atrapo antes, tirándome del pelo y haciéndome caer al suelo.
—¡Me tienes harto!¡Eres una puta maleducada y una niñata! —le mire desde el suelo, cansada. Solo quería que la paliza pasara rápido. Ya no tenía miedo, no temía que diera un golpe mal dado. Mas bien, lo deseaba, deseaba que diera un golpe de más. Uno que dictara mi final, y el suyo—. ¡Que de la cárcel se sale, del cementerio no! No te crie con suficiente dureza. Tendría que haberte dado más ostias de las que te di.
Su pie derecho impactó con mis costillas izquierdas, haciendo que todo el aire de mis pulmones se desvanecería. Había peleado cientos de veces. Pero cada vez que el me ponía una mano encima, todo lo que sabía se me olvidaba. Cómo si todo mi conocimiento se desvanecería por el instinto.
—Me das vergüenza. Me da vergüenza ser tu padre —esta vez su pie dio justo en mi estómago, y la siguiente en la nariz, la boca, la pierna, un pisotón en el brazo, un tirón de pelo para que me levantara, un puñetazo en el ojo.
Y así estuvo un par de minutos, hasta que se canso. Se fue a su cuarto. Y mi madre me miro desde una esquina del salón. Su miraba trasmitía, miedo, tristeza, pena.
—Muy bien mamá, tu sigue dándole todo lo que pide. Que te acabara haciendo lo mismo a ti —y salí de la casa, con tres euros en un bolsillo y las llaves de mi coche y mi casa en el otro.
Al entrar al coche me mire en el retrovisor.
Joder vaya cara.
Tenía el labio partido y un pequeño corte en la ceja, el ojo izquierdo comenzaba a ponerse morado, y la mejilla derecha igual. Me dolía el cuerpo enteró, pero no eso ya lo miraría cuando llegara a casa. Me quite la sangre seca como pude, y intente disimular los moratones con un corrector que siempre llevaba en el bolso.
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LO HARÍA POR TI, Marc Bernal.
FanfictionPRIMER LIBRO DE LA SAGA: CUANDO APRENDIMOS A AMARNOS Daniela lo tenía todo: lujos, dinero, fama, y una vida que parecía perfecta a los ojos de cualquiera. Para ella, eso era lo único que importaba. Hasta que un día, durante el segundo partido de La...