—Ha llegado el día el día Daniela. Si ganas, lo has ganado todo, y si pierdes, lo habrás vivido todo. Pase lo que pase ahí arriba, eres mi ganadora —Ronny se arrodilló ante mi—. Y entre nosotros, esa imbécil no tiene ni una pizca de oportunidad —sonreí—. Te dejo para que hables con los chicos.
Mis amigos entraron al vestuario como una panda de lo locos, saltando y gritando, yo me levanté riendo y uniéndome a sus cánticos de apoyos.
—¡Es imposible que no ganes! —Héctor me abrazó.
—Calmaros un poco anda —reí separándome del moreno—. Estáis mas nervioso vosotros que yo.
—¿Quieres que te recuerde como estabas en la final de la Euro? —Pedri levantó las cejas. Y yo ladee la cabeza.
—Pues también es verdad.
—Te hemos hecho un cartel —la sonrisa de Gavi me hizo recordar todo lo bueno de los últimos años con ellos. Era esa sonrisa inocente, esa que solo alguien con alma de niño podía poner.
—Te quiero mucho Pablo —abrace al Sevillano, quién me devolvió el abrazo con ganas.
—Y yo a ti niña.
—Abrazó grupal —Ferran se tiro sobre nosotros. Seguido de todos los demás.
Y en ese momento, algo dentro de mí hizo clic, encajando justo donde debía. Rodeada de la gente que más quería, mi verdadera familia, sentí una calma que no había experimentado en meses. Toda la tensión, todo el peso que había estado cargando sobre mis hombros desde septiembre, comenzó a desvanecerse poco a poco. Era como si, de repente, el aire fuera más ligero, más fácil de respirar.
Dejé escapar un suspiro profundo, y con él, una lágrima se deslizó de mi ojo derecho. No intenté detenerla. No la limpié ni la escondí, como había hecho tantas veces antes. No tenía miedo de que me vieran llorar. Esa lágrima llevaba con ella todo el dolor, las dudas y los miedos que me habían ahogado durante tanto tiempo. La dejé caer libremente, recorriendo cada rincón de mi cara, cada cicatriz, cada historia.
Sonreí. Una sonrisa pequeña, pero sincera. Porque por primera vez en mucho tiempo, me sentía en paz. Y eso era algo que nadie, ni siquiera mi padre, podía quitarme.
—Os voy ha echar de menos —hablé cuando todos se separaron.
—Y nosotros a ti —Casadó me sonrió cálidamente.
—No lo dudes ni por un segundo —ahora era Balde quién aportaba.
—Tenemos algo para ti —Clara me entregó una bolsa. La miré sorprendida.
—No es nada muy elaborado —Lamine hablo.
—Pero queríamos que tuvieras un trocito de cada uno de nosotros en Alaska —terminó Paula su frase.
Abrí la bolsa, y me sorprendió ver una cámara.
—Hay fotos y vídeos —Fermín se metió las manos en los bolsillos y se encogió de hombros.
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LO HARÍA POR TI, Marc Bernal.
Hayran KurguPRIMER LIBRO DE LA SAGA: CUANDO APRENDIMOS A AMARNOS Daniela lo tenía todo: lujos, dinero, fama, y una vida que parecía perfecta a los ojos de cualquiera. Para ella, eso era lo único que importaba. Hasta que un día, durante el segundo partido de La...