Danna caminaba por los pasillos de la universidad apresurada y preocupada, como cosa rara, ya que estaba a punto de llegar tarde por segunda vez en esa semana. A sus 28 años, se sentía dichosa estando tan cerca de culminar su carrera en Ciencias Políticas, una meta que había perseguido con disciplina y entrega. Sabía que su país necesitaba líderes, pero más que nada, necesitaba ideas y acciones claras. Y ella, en lo más profundo, anhelaba ser una de esas voces.
Sus días transcurrían entre clases, debates y horas de estudio, además de las responsabilidades en su trabajo de medio tiempo como asistente en un pequeño despacho. Los libros se habían convertido en su refugio y, a la vez, en su herramienta. Su pasión por la política no solo venía del contexto en el que había crecido o de la niña del barrio que soñaba con hacer que la gente viera su país con el mismo amor y admiración que ella, sino también de figuras que habían iluminado su camino. Aunque no se lo permitiera admitir abiertamente, una de esas figuras era María Corina Machado. Había seguido su carrera desde la adolescencia, estudiando sus discursos, tomando notas de cada movimiento estratégico y admirando su coraje para desafiar al poder. Pero siempre había tratado de mantener esa admiración dentro de los límites de lo profesional. O al menos, eso se decía a sí misma.
Llegó volada, y para su suerte, Eduardo Rangel, el profesor de sus pesadillas y encargado de darle teoría Política Comparada, aún no llegaba. Se sentó en silencio, sacándose los audífonos y escuchando sin querer una conversación entre sus compañeros que captó su atención.
— Epa, Maira, ¿Escuchaste que María Corina vendrá a la universidad a dar unas conferencias? —murmuró una compañera.
Danna sintió un golpe en el pecho. El aire pareció irse por un momento de sus pulmones, pero rápidamente retomó su compostura, fingiendo que no estaba escuchando aquello y que no le importaba.
— Coño, se suponía que teníamos que esperar a Rangel para que lo comente. Pero sí, dicen que serán exclusivas para los estudiantes de último Semestre. —respondió alguien más, con tono indiferente.
Para Danna, esa noticia resonaba de manera distinta. Sentía cómo una oleada de emociones la inundaba: nervios, ilusión y algo más profundo que, sinceramente, prefería no analizar demasiado. "Es solo una conferencia, una oportunidad para escucharla hablar de sus ideales y experiencias en persona", se repetía en su mente, tratando de ignorar ese pulso acelerado que la traicionaba.
Al salir de clase, se dirigió a la biblioteca, como era su costumbre, para trabajar en su tesis. El tema giraba en torno a la resiliencia de los sistemas democráticos en tiempos de crisis, un área donde María Corina había dejado una marca significativa. Mientras revisaba notas y artículos, su mente volvía inevitablemente a la noticia de la conferencia. Trató de concentrarse en los argumentos y las citas académicas, pero su mente iba a toda prisa imaginando mil escenarios sobre cómo sería encontrarse frente a la política que, aunque sabía que debía mantenerse centrada en lo profesional, le estaba robando el enfoque.
Horas más tarde, y luego de decidir que mejor debería retirarse, manejó en completo silencio por las concurridas calles de caracas. Al llegar a la tranquilidad de su pequeño apartamento, saludó a su gatito quién la observaba expectante para acto seguido, caminar hasta su lugar favorito y en el que más tiempo pasaba fuera de la Universidad. Su estudio. Fue allí, entonces, que sentada frente a su escritorio, se permitió un momento de reflexión. "¿Por qué no puedo sacarme esa noticia de la cabeza?", La pregunta flotaba en su mente mientras miraba por la ventana. En lo más profundo sabía la respuesta, pero no estaba lista para enfrentarla. No todavía.
Se pasó la noche entera leyendo e intentando adelantar lo que pudo de su tesis, pues el insomnio no la dejó en paz. Gracias a eso, casi podía decir que avanzó más de lo que había hecho en todo el semestre anterior. Finalmente sucumbió al sueño en medio de la madrugada, sin darse cuenta, hasta que el sol, entrando por el amplio ventanal de su estudio, le acarició la piel y le encandiló la vista como el infierno. Se levantó adolorida por la pésima posición en la que había dormido y fue directamente a darse una larga ducha mientras se convencía de que debía mantener la calma. Después de todo, asistir a esa conferencia sería solo una oportunidad más para crecer profesionalmente. "Solo eso", se repitió una vez más, saliendo del baño y husmeando en su closet para ver qué se pondría.
Optó por un conjunto sencillo pero elegante: unos pantalones oscuros y una blusa blanca, complementada con una chaqueta negra que le daba un toque profesional. Se miró en el espejo, ajustó el collar que su abuela le había regalado y respiró hondo. Quería verse impecable, pero también cómoda, sin perder su estilo personal.
El trayecto hacia la universidad transcurrió con calma, a pesar del tráfico matutino. Caracas a esa hora era una mezcla de caos y rutina, a pesar de ser un país de nadie, cómo solían decir por ahí. En el camino, Danna escuchaba música suave para despejar su mente, aunque en el fondo sabía que no podía evitar pensar en el gran evento que la esperaba. Al llegar a la universidad, sus pensamientos estaban agitados. La posibilidad de conocer a María Corina en persona estaba a punto de volverse una realidad, y eso la tenía tan inquieta como emocionada.
Mientras caminaba tranquilamente hacia su aula, su amiga Clara, conocida por su sentido del humor y su habilidad para captar los detalles más sutiles, la interceptó en el pasillo.
—¡Danna, mija! —exclamó Clara con una sonrisa pícara—. ¡Qué chévere que llegaste! ¡Te tengo el chisme del siglo!
Danna, tratando de mantener la compostura, respondió con un tono neutro. —¿Ah, sí? ¿Qué pasa?
Clara, con una expresión de complicidad, se inclinó hacia ella. —¡Pues resulta que la mismísima dama de hierro, María Corina Machado viene a dar conferencias! Todos están hablando de eso. Pero dime, ¿no estarás un poco más emocionada de lo que aparentas?
Danna se tensó, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas. —Ah vaina, no sé a qué te refieres. Es solo una conferencia, Clara.
La castaña soltó una risa suave, jugueteando con su bolso. —Vamos, Danna. No puedes negar que tienes una admiración especial por ella. ¡Hasta el profe Rangel lo notó!. Es que marica, veces pienso que podrías ponerle un altar a María Corina en tu tesis.
Danna se sonrojó aún más, intentando ocultar su incomodidad. —Clarita, mi vida, por favor. No es tan personal. Es una gran oportunidad profesional, eso es todo.
Clara levantó una ceja, sin dejar de sonreír. —Claro, claro. Solo asegúrate de no desmayarte cuando la veas en persona.
Danna se rió, no quería tener que darle la razón a su mejor amiga. Así que solo se limitó a continuar con su camino escuchando tal vez algo lejana la voz de clara, pero sintiendo que sus palabras habían desenterrado una emoción que había estado intentando mantener bajo control.
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Yo no sé mucho de esto, pero les dejo este capítulo por aquí esperando que sea de su agrado.
que nervios, la verdad.😩
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Dama libertad [MCM]
FanfictionEn el vibrante Caracas, Danna Vega está a punto de culminar su carrera en Ciencias Políticas con una oportunidad única: conocer a María Corina Machado, la figura política que ha admirado durante años. Por otro lado, con la campaña en marcha y el de...