Capítulo 3: Serendipia.

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Era martes en la mañana y en un pequeño departamento, cerca a la colonia Tovar, una chica jugaba tranquilamente con su gato mientras intentaba buscar algo "decente" que usar. Danna estaba muy emocionada, ya que por un lado, tendría la oportunidad de conocer a otra gran figura y por otro, Clara podría entrevistarlo, ambas estaban incrédulas con toda la situación.

De pronto, el teléfono sonó, rompiendo la calma de la mañana. Danna contestó de inmediato al ver que era Clara.


¡Hola, Hola! ¿Qué pasó?


Pues, la carcacha de carro que tengo decidió dejarme botada... Otra vez ¿Puedes buscarme, por favor? —la voz de Clara sonaba entre preocupada y resignada.


¡Ni más faltaba! Te veo en diez.


Danna se apresuró a terminar de arreglarse. Eligió un blazer dress negro que realzaba su figura con delicadeza y estilo. Era elegante, sofisticado, pero sin exagerar. Quería verse bien para la ocasión, ya que estaría rodeada de líderes y personalidades importantes. Y en poco tiempo, ya estaba en el auto, camino a buscar a su amiga.


Cuando llegó a recogerla, Clara subió con una sonrisa agradecida.


—¡Gracias, Mujer! Te prometo que voy a cambiar esa vaina pronto —se quejó mientras se acomodaba en el asiento.


—No te preocupes, para eso estamos. Además, así es más fácil asegurarnos de que llegues a tiempo para ver a nuestro abuelito Edmundo —respondió Danna con una risita.


El trayecto a la universidad transcurrió entre risas y música. Ambas se emocionaron cuando sonó "Hora loca" de Rawayana en la radio, y no tardaron en subir el volumen para cantar a todo pulmón.



Al llegar a su destino, la universidad estaba hecha un desastre y la "cola" para ingresar al auditorio se veía infinita.


En la opinión de todos, las conferencias organizadas por la facultad prometían, con líderes y figuras públicas dando charlas a los estudiantes, motivándolos en su último trayecto dentro de la institución. Y Edmundo Gonzales, el presidente, era la estrella del día, ya que él sería quién oficialmente diera inicio a las diferentes conferencias.


El ambiente estaba cargado de expectativas y una vez dentro, el bullicio se calmó cuando el presidente subió al escenario.


Edmundo se puso de pie frente a todos con esa sencillez que lo caracteriza, pero su mirada profunda y serena capturó al instante la atención de todos. Sin necesidad de alzar la voz, su presencia llenaba el auditorio. Dio un leve suspiro observando el lugar y comenzó a hablar con la calma de quién ha visto los desafíos de cerca, pero no ha perdido la fe en su pueblo.


—Hoy más que nunca, Venezuela necesita de ustedes, de su energía, de sus sueños y, sobre todo, de su convicción. No les voy a mentir: los retos son grandes. Pero no hay reto que pueda doblegar el espíritu de una nación que ha demostrado una y otra vez su capacidad de resistir y renacer.


Su tono, pausado pero firme, resonaba con una claridad inquebrantable. Hizo una pausa, permitiendo que cada palabra calara hondo en sus oyentes.

Dama libertad [MCM]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora