La cicatriz en mi pecho arde al ver esos ojos azules.
No estoy divagando.
Tampoco estoy soñando.
Algo en mi interior me grita que esta vida no es la mía.
Me llamo Clara, estoy casada con Sergio Torres y al mismo tiempo, siento una atracción fuerte h...
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«—Está embarazada.
Yo acabo de caer en cuenta de que tendré un hijo de Nicolás»
Abro los ojos de golpe.
El sudor de la frente me chorrea a montones, tengo el corazón latiéndome a mil y eso es lo que provoca el sonido molesto de los monitores. Al parecer he sido arrastrada hacia una clínica y el que vea las paredes de color blanco solo me dan dolor de cabeza.
Acabo de despertar de una maldita pesadilla, esa en donde me llamaban Clara Alba, estaba casada con un pendejo de apellido Torres y era contrada por el amor de mi vida que no me reconocía. Las lágrimas caen, mojando mis mejillas, ¿Cómo es posible que haya tenido un sueño tan horrible como ese? ¿Qué me hayan inventado una vida, aprovechando que yo había olvidado la mía?
Mis manos viajan hacia mi vientre, está plácido y eso significa que mi bebé ya nació. Lo más seguro es que después del accidente, los paramédicos nos auxiliaron, trayéndonos aquí.
Sí, eso tiene que ser.
El tiempo no ha avanzado, sigo siendo la de siempre y ahora que mi hijo ha venido al mundo, ya nada puede empeorar. Sonrío al pensar en el rostro de su padre cuando lo mire, nos imagino a los dos detallando las facciones de nuestra bendición para luego llenarlo de besos y decirle cuánto lo amamos. Nos veo a los tres, lejos de todos y...
La puerta de la habitación se abre.
—Oh, despertó...
—Doctor, ¿Cómo está mi...?
—Señora de Torres. —me quedo fría al escuchar ese apellido— ¿Cómo se siente?
— ¿Qué dijo?
Mi cuerpo tiembla y el galeno se percata de ello.
— ¿Sucede algo?
¿Señora de Torres? No, no, no, no.
Esto está muy mal.
Yo no puedo ser tildada así porque lo que pasó fue una pesadilla.
Sí, una... ¡Maldita pesadilla!
Cierro los ojos.
Nada de esto es real.
Todos mienten, ya que ellos solo quieren confundirme, quieren que me vuelva loca porque es imposible que yo sea la esposa de... ¡Ese hijo de puta!
—Su esposo anda muy angustiado, ya que llevaba horas durm... —no puedo calmarme. Los monitores se alocan, mis latidos se desenfrenan por mi angustia— Tiene que tranquilizarse, Señora de...
— ¡NO ME LLAME ASÍ! —vuelvo a mirar al doctor y doy un grito desesperado— ¡ESE SUJETO NO ES MI MARIDO!