Capítulo 3: Reunión

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A medida que la luz del amanecer entraba suavemente por las ventanas de la cabaña, Shiro se despertó, sintiendo el calor del fuego que Koharu había mantenido encendido durante la noche. Se incorporó lentamente, notando que sus heridas habían sido bien tratadas. Su abrigo estaba doblado sobre una silla junto a la cama, y sus armas descansaban a su lado.

Shiro se incorporó lentamente, sintiendo sus músculos aún doloridos pero mucho mejor que la noche anterior. Decidió explorar un poco antes de preparar sus cosas para irse.

La cabaña era modesta pero acogedora. A medida que recorría el pequeño espacio, notó que todo estaba meticulosamente ordenado. Los muebles de madera estaban bien cuidados, aunque mostraban señales de uso, y había pequeños toques personales en cada rincón: un par de figuras de madera cuidadosamente colocadas en un estante, una vieja fotografía de un niño sonriente (probablemente Yuki), y una pequeña planta que se mantenía viva a pesar del aire frío del exterior.

Shiro pasó sus dedos por el marco de la fotografía, pensando en cómo se vería la vida para Koharu antes de que todo se desmoronara. Mientras caminaba por la cocina, observó un par de tazas de té en la mesa, una de ellas vacía. La cabaña tenía un aire de soledad, como si el tiempo se hubiera detenido, esperando que alguien regresara. Notó también que había una mesa en el centro de la sala, con un solo libro abierto y una silla desocupada frente a ella.

Un sentimiento de tristeza le invadió al darse cuenta de que Koharu, a pesar de su fuerza y calma exterior, parecía llevar una vida solitaria. El vacío en la cabaña era notorio, como si algo o alguien faltara para completar ese pequeño hogar. La ausencia de Yuki y la carga de enfrentarse sola al mundo debían de pesarle más de lo que dejaba ver.

Cuando volvió al lugar donde había estado descansando, encontró a Koharu de pie en la entrada de la habitación, observándolo en silencio. Había una leve tristeza en sus ojos, pero también una calma que parecía haberse convertido en su escudo.

Shiro: Es una cabaña bonita Sonríe levemente

Koharu esbozó una pequeña sonrisa, pero no dijo nada. Shiro entendió que las palabras no eran necesarias en ese momento; ambos compartían un entendimiento mutuo de soledad y lucha interna que cada uno llevaba consigo mismo.

Después de unos instantes, Shiro tomó sus cosas y comenzó a prepararse para partir. Pero ahora, había algo más en su mente. Sabía que Koharu no estaba sola únicamente porque él estuviera allí, sino porque la vida que había conocido había cambiado drásticamente, dejándola en ese pequeño espacio, esperando quien sabe por cuanto tiempo más.

Koharu: Habla con una voz suave y determinada Lo estuve pensando... Y decidí que iré contigo.

Shiro la miró, reconociendo esa misma determinación que había visto antes, pero ahora entendiendo mejor de dónde venía. La soledad que había sentido en esa cabaña no debía acompañarla en el camino que ambos estaban por recorrer.

Shiro: Frunce el ceño sorprendido ¿Qué? ¿Por qué? Es peligroso, y ya has hecho suficiente por mí.

Koharu: Mi hermano fue secuestrado por los Kuragamis Respondió con voz calmada pero firme Y si te enfrentas a ellos, quiero estar allí. No es solo por ti, Shiro. Es por él... Y por mí... Por favor...

Shiro la miró en silencio durante un momento, comprendiendo la determinación detrás de sus palabras. No podía rechazar su voluntad de luchar, no después de lo que había hecho por él. Luego de pensarlo por unos instantes finalmente, asintió.

Shiro: Está bien Dice con un suspiro Iremos juntos.

Cuando Shiro aceptó que Koharu lo acompañara, sus ojos se iluminaron con una felicidad genuina que rara vez había mostrado. Sin perder tiempo, comenzó a preparar sus cosas rápidamente, moviéndose por la cabaña con una energía renovada.

Nacidos del AbismoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora