Capitulo 20

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.—Alexander—.

"¿Cuál es la bendita atracción entre el negativo y negativo? Muchos dicen que generan el positivo, aunque yo siento que genera ese choque eléctrico de masoquismo que cada ser humano llevamos en nuestro interior, solo que no lo demostramos".

—¡Otro shot más en la mesa ocho! —Grito la preciosa rubia que era nuestra mesera desde hacía un año, y...Sobre todo, un revolcón en la cama— ¿Desean algo más?

La rubia me miro primero a mí antes de desviar la mirada hacia Miguel quien tenía en su mano un porro, como siempre. Esos ojos azules con pequeñas chispas de un agua marino me tenían con ganas de quitarle ese maldito traje de mesera el cual solo dejaba a la vista sus buenas personalidades. Me aclare la garganta para que su mirada pasara a mí, y sin tener que hacerlo dos veces ella me miro con anhelo sin siquiera disimular su atracción hacia mí.

Perfecto.

—Deseo una copa de vino, la más cara, preciosa—Ella tecleo en la tableta que reposaba en su antebrazo derecho y me miro un poco antes de volver su mirada a la pantalla y escribir mi pedido.

Le di una mirada a Miguel y este me la devolvió, le sonreí de medio lado y él me la devolvió con una sonrisa juguetona, el dúo ideal. Yo lo pensé, él lo confirmo y ambos lo decidimos.

A por sexo.

Me levante un poco lo suficiente como para inclinarme antes que la rubia se fuese y la tome de la muñeca y la atraje un poco, acaricie su muñeca pasando mi pulgar por su piel blanca y de seda y con solo al sentir como un escalofrió la recorrió. Mire hacia los ojos de aquella rubia y ella me miro, sus ojos brillaban anhelantes. Me relamí los labios y sonreí de oreja a oreja.

—¿En el mismo lugar o en el coche? —Le pregunte dándole dos opciones.

—Salgo a las once...—Murmuro apartando la mirada avergonzada.

—Te espero—Espete llevando mi mano hacia el costado de su cuello y acariciando el tatuaje de una rosa que ella llevaba.

—¿Seguro? Tal vez podríamos otro día...—Balbuceo las últimas palabras y era obvio que lo que decía no era lo que quería.

Y no era lo que yo quería.

—No, es hoy, te necesito hoy—Hable firme, sacando mi lado dominante a flote.

Su mirada se ilumino y la sentí tan resbaladiza que incluso me miro con deseo y movió sus hombros como niñita ilusionada y tímida.

—Bien—Respondió contenta—En el coche.

¡Eso!

—Bien—Respondí inclinándome para alcanzar su pequeña estatura y pegar mis labios a su frente—A las once, en mi coche.

Ella asintió y se aparto de mí y caminando hacia la barra para entregar los pedidos a la preparadora, no sin antes fijarme en cómo sus caderas se balanceaban de forma sexi y como su coleta alta se movía a su ritmo sensual y al mismo tiempo contento.

Tome aire y exhale satisfecho, me volví a sentar y mire hacia todos lados al no encontrar a Miguel en la silla, mire por encima de mi hombro hacia los baños y si, allí estaba, con una pelinegra con las manos metidas dentro de su top brasileño y ella con las manos en los hombros anchos de Miguel. Miguel podría controlarse mejor que yo, pero siempre se iba más por solo una o dos mujeres cuando ya no podía más con el deseo carnal, siempre las misma, Celine y Stela. Celie era una pelinegra con la cual se estaba tragando como salvaje cerca de los baños. Y Stela una bella pelirroja natural, la cual, fue una de las muchas que me tire pero por alguna maldita razón Miguel se apego una vez en una reunión en la cual la invite para dejar cosas claras y él la consoló, ¿Me molestaba? No, en cambio, me agradaba muchísimo.

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⏰ Última actualización: 6 days ago ⏰

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