Dos semanas pasaron desde la fiesta en la que todo cambió. Giselle había tratado de mantenerse lo más alejada posible de sus amigos, sintiendo que la culpa y la traición pesaban demasiado como para enfrentarlos. Rafe no había dejado de presionarla, y cada día era un recordatorio de que estaba atrapada.
Una tarde, mientras caminaba por la playa, vio a lo lejos a JJ y Kiara sentados en la arena. Estaban muy cerca, riendo y empujándose suavemente, como si el resto del mundo no existiera. JJ la abrazó por la espalda, y Kiara se dejó caer en su pecho, sonriendo como si no hubiera preocupación alguna.
Giselle sintió un nudo en el estómago al verlos. No podía soportar la idea de que JJ se hubiera acercado tanto a Kiara, aunque sabía que él tenía todo el derecho de hacerlo. Después de todo, ella era la que lo había traicionado.
Intentó apartarse y seguir su camino, pero JJ la vio antes de que pudiera esconderse. Sus miradas se cruzaron por un segundo eterno. Giselle dudó, pero al final decidió acercarse. No podía seguir evitándolos para siempre.
—Hola... —dijo Giselle, intentando sonar casual, aunque su voz traicionaba su nerviosismo.
JJ la miró con frialdad. Kiara, a su lado, se limitó a observar, claramente incómoda con la situación.
—¿Qué querés, Giselle? —respondió JJ, con un tono que dejó claro que la herida aún estaba abierta.
—Nada... solo, no sé, quería saludarlos. No los vi mucho últimamente —Giselle intentó sonreír, pero todo se sentía forzado.
JJ se cruzó de brazos, sin moverse del lado de Kiara.
—Bueno, es difícil vernos cuando estás ocupada siendo la novia de Rafe, ¿no?
Giselle bajó la mirada, sintiendo cómo las palabras de JJ la atravesaban.
—No es tan simple, JJ...
—Siempre lo hacés más complicado, Giselle. Nunca decís la verdad —JJ la interrumpió, y Kiara puso una mano en su brazo, tratando de calmarlo.
—Está bien, JJ. Ya fue —dijo Kiara, aunque su voz sonaba tensa—. No vale la pena pelear por esto.
JJ suspiró, visiblemente frustrado, pero no se movió. Giselle los observó y se dio cuenta de que quizás JJ y Kiara se estaban apoyando el uno en el otro para superar lo que ella había causado. Era un golpe bajo, pero sabía que se lo merecía.
—Espero que estés bien —dijo JJ finalmente, sin mucha convicción—. Pero no esperes que esto se arregle tan fácil.
Giselle asintió, sintiendo que se quedaba sin palabras. Se alejó lentamente, sin mirar atrás, mientras el sonido de las risas de JJ y Kiara le recordaba todo lo que había perdido.
Giselle llegó a su casa sintiéndose más perdida que nunca. Cada rincón de su hogar, que alguna vez había sido su refugio, ahora la asfixiaba. Su madre no estaba, como de costumbre, ocupada con eventos sociales, reuniones y viajes de negocios. Pero su padrastro, Michael, estaba allí, y la tensión en el aire era palpable.
Al entrar, Giselle intentó pasar desapercibida, pero Michael la vio al instante. Él estaba en la cocina, con un vaso de whisky en la mano, como siempre que llegaba temprano.
—Mirá quién llegó temprano por una vez —dijo él con un tono sarcástico, mientras la miraba de arriba abajo con desdén—. ¿Disfrutaste tu tarde jugando a ser una buena chica?
Giselle ignoró el comentario y siguió caminando hacia su habitación, pero Michael la detuvo con un fuerte agarre en el brazo.
—No te hagas la sorda, Giselle. Te hablo a vos —insistió, su voz llena de resentimiento.
Giselle se soltó de un tirón, sus ojos llenos de rabia y miedo. No podía seguir soportando esa situación, pero sabía que enfrentarlo solo empeoraría las cosas.
—No tengo nada que decirte, Michael. No hoy —respondió con la voz quebrada, intentando mantener la compostura.
Michael se rió con una frialdad que la hizo temblar. Dio un paso más cerca, invadiendo su espacio personal, y susurró con voz baja y amenazante:
—Sos una decepción, Giselle. No valés ni la mitad de lo que aparentás. Y mejor mantenete calladita, porque no querés que tus amiguitos se enteren de lo que pasa acá, ¿no?
Giselle sintió un nudo en la garganta, y las lágrimas amenazaron con brotar, pero se negó a darle la satisfacción de verla llorar. Retrocedió unos pasos, temblando, y se giró rápidamente para subir a su habitación.
Una vez adentro, cerró la puerta y se derrumbó contra la pared. Todo el peso de su situación la aplastaba. Su padrastro tenía el poder de destruir lo poco que le quedaba, y ahora, con Rafe en la mezcla, estaba más atrapada que nunca.
Se quedó en el suelo, abrazando sus rodillas, sin saber qué hacer ni a quién acudir. Por primera vez en mucho tiempo, sintió que estaba completamente sola, sin JJ, sin sus amigos, y sin nadie en quien confiar. Las sombras en su habitación parecían crecer, al igual que los secretos que la ahogaban.
El sonido del teléfono vibrando en su mesa la sacó de su ensimismamiento. Era otro mensaje de Rafe.
*"Acordate de quién tiene el control. Nos vemos mañana."*
Giselle soltó el teléfono, incapaz de seguir leyendo. Sabía que Rafe no iba a detenerse, y que su padrastro no la dejaría escapar fácilmente. El miedo la consumía, y con cada día que pasaba, el drama en su vida solo se intensificaba.
El capítulo termina con Giselle mirando al techo de su habitación, sin esperanza y sin salida, esperando que algo, o alguien, la rescate de la pesadilla en la que vivía.
Esa misma noche, Giselle no pudo aguantar más. Se escapó de su casa, buscando aire, buscando respuestas. Terminó en el muelle, el único lugar donde sentía que podía pensar. JJ estaba ahí, sentado en el borde, lanzando piedras al agua con una expresión sombría.
Giselle se acercó lentamente, sus pasos resonando en la madera húmeda.
—JJ... —murmuró, con la esperanza de iniciar una conversación.
JJ no se molestó en mirarla, pero su mandíbula se tensó al oír su voz. Siguió arrojando piedras al agua, ignorándola como si fuera una extraña.
—JJ, por favor, no es lo que pensás —intentó Giselle, su voz temblando entre la culpa y el miedo.
Finalmente, JJ se levantó de un salto, con los ojos llenos de furia y decepción. Se giró bruscamente hacia ella, su mirada penetrante la hizo retroceder un paso.
—¿No es lo que pienso? ¿Entonces qué es, Giselle? —espetó, su tono cargado de amargura—. Estabas conmigo, con nosotros, y de un día para otro estás con Rafe. ¿Qué clase de juego es este?
Giselle intentó hablar, pero las palabras se le quedaron atascadas. No podía decirle la verdad, ni siquiera sabía cómo empezar.
—No es un juego, JJ... —susurró, sintiendo su propia voz romperse.
JJ rió sin humor, un sonido seco y áspero.
—Claro, para vos nunca es un juego. Pero te encanta ser la princesa de los Kooks y hacer lo que te conviene, ¿no? —le reprochó, su voz cargada de resentimiento—. Pensé que eras diferente a todos ellos. Pensé que eras alguien en quien podía confiar. Pero me equivoqué, y eso es lo peor de todo.
Giselle bajó la mirada, incapaz de enfrentarse a la rabia y la decepción en los ojos de JJ. Él seguía mirándola, esperando una respuesta que nunca llegó.
—Sabés, pensé que había algo real entre nosotros. Pero supongo que, al final, sos igual que todos los demás. Egoísta y mentirosa —dijo JJ con un dolor palpable, sus palabras un golpe tras otro.
Giselle quiso explicar, quiso rogarle que la entendiera, pero se quedó paralizada, atrapada entre el miedo y la culpa. JJ se giró bruscamente, dándole la espalda, y empezó a alejarse.
—Ojalá nunca te hubiera conocido, Giselle —murmuró JJ antes de desaparecer en la oscuridad.
Giselle se quedó sola, en silencio, mirando el agua del muelle como si pudiera encontrar allí las respuestas que tanto necesitaba. Pero todo lo que vio fue su reflejo distorsionado, una imagen rota de lo que alguna vez fue y ya no sabía cómo recuperar.
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like the sea
RomanceEn Outer Banks, Giselle y JJ, dos jóvenes llenos de sueños, se encuentran atrapados entre la amistad y el amor. A medida que su relación se profundiza, enfrentan emociones intensas y desafíos que pondrán a prueba su conexión. "Like the Sea" es una h...