Capítulo 10

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Sin darnos cuenta, la noche nos atrapó. La tarde había pasado en un parpadeo, entre risas y anécdotas que me hicieron olvidar todo lo que pesaba sobre nosotros. A Diane parecía gustarle mucho el helado que habíamos compartido, y verla sonreír tan genuinamente me hizo sentir algo diferente, como si finalmente hubiera conseguido liberar algo de su carga. Estaba tan inmerso en ese pequeño momento de tranquilidad, que no me percaté de la hora hasta que el sol comenzó a desaparecer detrás de los árboles.

—Creo que ya es tarde —dije, mirando mi reloj—. Deberíamos volver a casa.

Diane me devolvió la mirada, su sonrisa desvaneciéndose un poco, como si la realidad estuviera volviendo a su mente. Asintió lentamente, y aunque el silencio entre nosotros no era incómodo, ambos sabíamos que el momento de regresar a la realidad ya estaba aquí.

Caminamos de vuelta a nuestras casas en silencio, la sensación de paz aún colgando en el aire, pero con un toque de incertidumbre. La casa de Diane estaba justo al lado de la mía, así que cuando llegamos, nos detuvimos por un segundo en el pequeño espacio entre las dos propiedades.

—Gracias por hoy —dijo ella suavemente, sus manos nerviosas jugando con la manga de su chaqueta.

—De nada —respondí, dándole una sonrisa que esperaba le brindara algo de consuelo—. Cuando quieras repetirlo, ya sabes dónde encontrarme.

Diane sonrió, aunque de nuevo, parecía estar escondiendo algo. Asintió con la cabeza antes de girarse hacia su puerta. Yo me quedé mirándola un segundo más, algo en mi interior me decía que no todo estaba bien, pero decidí dejarlo pasar. Tal vez solo estaba cansada.

Entré en mi casa y saludé brevemente a mis padres antes de subir a mi habitación. Me sentía extraño, como si algo importante hubiera cambiado entre nosotros hoy, pero no estaba seguro de qué era. Diane había bajado las defensas por un momento, y eso me hizo sentir más conectado a ella de lo que esperaba.

Me tumbé en mi cama, intentando distraerme con cualquier cosa, cuando de repente, un ruido me hizo sentarme de golpe. Eran golpes, golpes que venían de la casa de Diane. Al principio pensé que tal vez me lo estaba imaginando, pero los sonidos se volvieron más fuertes, como si alguien estuviera tirando muebles o algo así.

—¿Qué es eso? —me pregunté en voz baja, levantándome de la cama y acercándome a la ventana. No veía nada extraño desde donde estaba, pero los ruidos continuaban.

De pronto, escuché gritos. Mi corazón comenzó a latir con fuerza en el pecho. No podía ignorarlo más.

Abrí la puerta de mi habitación y bajé las escaleras rápidamente. En la sala, mis padres, Jayla, Jaden y Daelo ya estaban mirando hacia la casa de Diane con el mismo rostro de preocupación que yo.

—¿Qué está pasando? —preguntó mi madre, Jessica, con la voz tensa, claramente nerviosa.

—No lo sé, pero los gritos se están haciendo más fuertes —respondí, mientras mi padre se acercaba a la puerta principal.

—No podemos quedarnos aquí, tengo que ir a ver qué pasa —dije decidido, dirigiéndome hacia la puerta para salir.

—Espera, Javon —mi padre me detuvo, poniéndome una mano firme en el hombro—. No sabemos lo que está ocurriendo allí, puede ser peligroso.

—Pero no podemos solo quedarnos aquí escuchando esto —respondí, frustrado, mientras los gritos continuaban desde la casa de al lado. El sonido de algo rompiéndose me hizo temblar. Sabía que algo malo estaba pasando.

Justo en ese momento, alguien golpeó nuestra puerta, desesperadamente. Todos nos quedamos paralizados por un segundo. Papá se acercó rápidamente y abrió, revelando una figura que, en la penumbra, apenas podía reconocer. Era Diane.

La chica de al lado | Javon Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora