Capítulo 15

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Varios días habían pasado desde nuestro cumpleaños. Entre los recorridos por el crucero, fiestas, cenas y demás actividades, el viaje había sido como una burbuja fuera del tiempo, alejada de todo lo que había sucedido antes. Diane parecía disfrutar de todo tanto como nosotros, y eso me daba cierta paz. Hoy habíamos decidido pasar una tarde tranquila en la piscina del crucero. Jayla, Jaden, Diane y yo caminábamos hacia la zona de la piscina, bromeando y riendo, con las toallas al hombro.

Diane llevaba un bikini azul marino que resaltaba perfectamente contra su piel. Desde el momento en que la vi, me fue imposible no admirarla en silencio. Había algo en su sonrisa, en la forma en que la luz del sol parecía reflejarse en sus ojos, que me hacía imposible apartar la vista de ella. Mi mente vagaba, perdida en esa imagen, mientras intentaba, sin mucho éxito, mantener la compostura.

—Hace días que no hacemos algo relajado como esto —dijo Jayla mientras se acomodaba en una tumbona junto a la piscina.

—Ya era hora de un poco de sol —agregó Jaden, tirando su toalla sobre una silla antes de saltar al agua sin pensarlo dos veces—. ¡El agua está increíble!

Diane se sentó al borde de la piscina, mojando sus pies lentamente. Yo me acerqué, sin quitarle la vista de encima.

—¿Vienes? —le pregunté, intentando sonar casual.

Diane me sonrió, y en esa sonrisa pude sentir todo lo que me tenía enganchado desde hacía meses. Asintió, y poco después ya estábamos los dos en la piscina, junto con Jaden y Jayla, disfrutando del agua y de un poco de tiempo sin preocupaciones.

—Podríamos jugar a hacer preguntas, como cuando éramos más pequeños —sugirió Jayla, siempre buscando la manera de animar las cosas.

—Vale, empiezo yo —dijo con una sonrisa—. Javon, si tuvieras que elegir vivir en una ciudad de este país por el resto de tu vida, ¿cuál sería?

No me tomó mucho tiempo pensarlo.

—Nueva York —dije, encogiéndome de hombros—. Es una ciudad llena de vida. Creo que siempre habría algo por descubrir.

Jayla me miró con una sonrisa burlona, pero no dijo nada más. Entonces Jaden, desde el otro lado de la piscina, lanzó la siguiente pregunta.

—Diane, ¿cuál es tu recuerdo más vergonzoso de la escuela?

Diane se rió antes de contestar, y su risa me dejó atrapado por un momento.

—Oh, eso es fácil. Me resbalé en medio del gimnasio durante una asamblea. Todo el mundo me vio, y no dejé de escuchar sobre eso durante semanas.

Nos reímos, pero antes de que pudieran hacerme otra pregunta, vi de reojo cómo dos chicos y una chica se acercaban. Algo en su forma de caminar y en la expresión de Diane me hizo darme cuenta de que no era solo gente del crucero. Estaban caminando directamente hacia nosotros. Y entonces uno de ellos, el chico más alto, habló.

—Diane, ¿eres tú?

Me tensé de inmediato al oír esa voz desconocida. Diane, por su parte, se congeló por un momento antes de responder.

—Mason... —murmuró, visiblemente incómoda.

Mason. No sabía quién era, pero el nombre y la manera en que Diane lo miraba me decían suficiente. Este tipo había sido alguien importante en su vida, y yo no podía evitar sentir cómo una punzada de incomodidad crecía dentro de mí.

—No esperaba verte aquí —continuó Mason, con una sonrisa que no me gustaba ni un poco—. ¿Cómo has estado?

Diane intentó mantener la calma, pero se notaba que la situación la había tomado por sorpresa.

La chica de al lado | Javon Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora