Capítulo 20

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Esa semana había sido un caos. Los preparativos para el cumpleaños de Diane avanzaban, y cada detalle importaba. Entre reuniones secretas con Jayla y Jaden, y los entrenamientos para la pelea en Orlando, apenas tenía tiempo para respirar. Pero lo que realmente pesaba sobre mí era el silencio incómodo entre Diane y yo. Evitarla se sentía necesario para no arruinar la sorpresa, pero sabía que estaba notando mi ausencia, que algo en mi comportamiento la estaba alejando. Esa mañana, lo sentí más que nunca.

Todo comenzó cuando Diane me encontró solo en la cocina, apoyado en la barra mientras intentaba concentrarme en lo que me quedaba de desayuno. La había estado esquivando durante días y su mirada dejaba claro que estaba cansada de ser ignorada.

—¿Podemos hablar? —preguntó, cruzando los brazos con un tono que no daba lugar a excusas.

Intenté desviar la conversación.

—¿De qué? Estoy algo ocupado.

—Ocupado, claro... —resopló, frustrada—. Has estado evitándome, Javon. No sé qué está pasando, pero ya no puedo con esto. Me siento como si… como si lo que pasó en esa fiesta no importara.

La culpa se enredó en mi garganta. Sabía que Diane estaba malinterpretando todo, pero si decía la verdad, todo el esfuerzo de las últimas semanas se iría por la borda. Intenté calmarme y responder de la manera más neutral posible.

—No es nada, Diane. Solo… cosas que estoy manejando —dije, sin mirarla directamente.

—¿Eso es todo? Porque no lo parece. Después de esa fiesta, las cosas entre nosotros parecían estar bien. Pero ahora actúas como si yo no importara. —Su voz temblaba de frustración, y podía ver que estaba conteniendo las lágrimas.

No podía permitir que la conversación se profundizara. Todo el maldito plan dependía de mantener la sorpresa. Así que me mantuve distante, frío.

—No te preocupes tanto por eso, estoy bien, en serio. —Solo déjalo —repetí, deseando que el tema muriera ahí mismo.

Diane me miró en silencio por unos segundos, como si intentara descifrar algo en mí, algo que yo estaba decidido a ocultar. Sus ojos se oscurecieron, como si estuviera llegando a una conclusión que no quería aceptar.

—¿Eso es todo? —preguntó en voz baja—. ¿Es lo único que vas a decirme?

No respondí. Solo mantuve la mirada fija en el plato frente a mí. La tensión en el aire era palpable, y en ese momento, sabía que no tenía vuelta atrás. Diane sacudió la cabeza, incrédula, antes de soltar un suspiro de frustración.

—Sabes, pensé que esto iba a ser diferente —dijo, con una mezcla de tristeza y enojo en la voz—. Pero si ya no te importo, al menos podrías decirlo. No tienes que hacerme sentir como si fuera invisible.

Y con eso, se dio la vuelta y salió de la cocina. El golpe de la puerta resonó en mis oídos, dejándome solo con mis pensamientos. Sabía que había metido la pata, pero no podía corregirlo sin arruinar la sorpresa. Me quedé ahí, en la cocina, preguntándome cuánto tiempo más podría seguir así antes de que todo se desmoronara.

Horas después, aún agobiado por lo que había sucedido con Diane, decidí que necesitaba hablar con alguien. Y la primera persona en la que pensé fue Allison. A veces, solo ella podía hacerme ver las cosas desde otro ángulo. Agarré mi teléfono y le mandé un mensaje rápido, pidiéndole que nos viéramos en el parque donde solíamos hablar de todo.

Allison llegó puntual, siempre con esa energía despreocupada que parecía desafiar cualquier problema. Nos sentamos en uno de los bancos, mientras ella sacaba una botella de agua de su bolso y me miraba con curiosidad.

La chica de al lado | Javon Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora