Capítulo 18

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Salí de la piscina, empapado y con el peso de todo lo que acababa de pasar aplastándome el pecho. Mis pasos eran pesados, y el aire fresco de la noche no hacía más que enfriar el caos que sentía por dentro. Sabía exactamente adónde ir para alejarme de todo eso. Como amigo de Allison, conocía cada rincón de su casa, y ahora mismo, solo quería llegar a una de las habitaciones, secarme y escapar de lo que acababa de ocurrir en la piscina.

Entré en una de las habitaciones de invitados, cerrando la puerta con suavidad tras de mí. El silencio era abrumador, pero lo agradecí. Agarré una toalla que estaba en la esquina y me dirigí a la cama, pasándomela por el cabello mientras trataba de ordenar mis pensamientos. Mi respiración seguía acelerada, y el eco de mi discusión con Diane reverberaba en mi cabeza. Las cosas que le había dicho, lo que ella había dicho... nada de eso tenía sentido. ¿Por qué me importaba tanto?

Estaba de espaldas a la puerta, absorto en mis propios pensamientos, cuando escuché el portazo. El sonido resonó por toda la habitación, haciendo que mi corazón se detuviera por un segundo. Me giré bruscamente, con la toalla aún en la mano, y ahí estaba ella: Diane, de pie en la puerta con los brazos cruzados, su mirada fija en mí.

—¿Ahora qué? —dije, con un suspiro cansado, sin ganas de tener otra discusión. No quería más confrontaciones, no esta noche.

Diane parecía molesta, pero también nerviosa. Sus labios temblaban ligeramente, como si estuviera intentando encontrar las palabras correctas.

—Tú... —empezó a decir, pero se interrumpió, balbuceando—. No sé cómo... tú sigues... —Diane parecía frustrada, y cada vez que intentaba hablar, las palabras parecían escapar de su control.

—Mira, si vas a decir algo, dilo de una vez. O mejor, ¿por qué no vuelves con tu nuevo novio Jaden? Seguro te está esperando —solté, sin siquiera intentar disimular el sarcasmo en mi voz.

Diane me miró con los ojos entrecerrados, claramente irritada.

—No es mi novio. Ni siquiera me gusta de esa forma, Javon.

Rodé los ojos. No quería discutir sobre Jaden ni sobre lo que había visto, no importaba si era cierto o no.

—Como sea —dije, volviendo a frotarme el cabello con la toalla. Estaba cansado de esto, de todo.

Hubo un momento de silencio, uno de esos que se sienten eternos. No quise mirarla directamente, pero el peso de su presencia en la habitación me estaba matando por dentro. Finalmente, escuché su voz, casi un susurro.

—Javon... —dijo.

—¿Qué? —respondí, sin ni siquiera voltear a verla, con una mezcla de frustración y agotamiento.

—Basta.

Solté la toalla y me giré hacia ella, confundido. No esperaba que dijera eso.

—¿Basta? ¿Qué significa eso? —pregunté, mi tono aún cargado de esa mezcla de irritación y tristeza que no podía controlar.

Diane dejó caer los brazos a sus costados, como si el peso de todo lo que llevaba dentro la estuviera aplastando. Se tomó un segundo antes de responder, pero cuando lo hizo, su voz se alzó, llena de emoción.

—Basta de esto, de nosotros... de lo que sea que está pasando. No puedo seguir así, Javon. No puedo seguir sintiendo que todo lo que hago te molesta o te aleja. No puedo seguir viendo cómo me ignoras y me tratas como si no te importara lo que pasa entre nosotros.

Diane avanzó un paso hacia mí, sus ojos brillando, llenos de algo que no supe identificar de inmediato. Me quedé paralizado, incapaz de moverme o decir algo. Todo lo que sentía, lo que había reprimido durante días, estaba al borde de explotar, pero no sabía cómo manejarlo.

La chica de al lado | Javon Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora