Capítulo 14

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El almuerzo transcurría sin prisa, entre risas y conversaciones ligeras. Diane estaba sentada junto a Jaden y Daelo, ambos entretenidos en una pequeña competencia sobre quién podía hacer girar más rápido una cucharilla sin que cayera de la mesa. Diane reía con ellos, su risa suave llenando el ambiente de una calidez que hacía que yo no pudiera apartar los ojos de ella. Estaba completamente embelesado, perdido en mis pensamientos mientras la observaba interactuar con mis hermanos.

Yo estaba sentado justo enfrente de Diane, con Jayla a mi lado y mis padres en las esquinas de la mesa. Aunque la charla familiar seguía su curso, apenas podía concentrarme en las palabras que lo rodeaban. En mi mente, la imagen de Diane era todo lo que importaba. La forma en que sonreía, el brillo en sus ojos mientras jugaba con Jaden y Daelo... Parecía tan tranquila, tan feliz, tan diferente de la chica que había conocido meses atrás, rota por los eventos traumáticos que había vivido.

Jayla, siempre atenta, notó mi mirada perdida. Sin dudarlo, me dio un leve empujón con el codo, sacándome de mi ensimismamiento.

—¿Y tú qué? —susurró Jayla con una sonrisa traviesa—. ¿Cuándo piensas decirle que te gusta?

Casi me atraganté con mi bebida. Me enderecé en mi asiento, tratando de ocultar mi nerviosismo, pero sentí cómo mis oídos enrojecían, traicionándome. Miré rápidamente a Diane para asegurarme de que no lo hubiera oído, pero ella estaba demasiado concentrada en la conversación con Daelo.

—¿Qué estás diciendo? —intenté negarlo, mi voz un poco más alta de lo que esperaba—. No sé de qué hablas, Jayla.

Ella soltó una risa baja y sarcástica, cruzando los brazos mientras se inclinaba un poco más hacia mí.

—Oh, por favor, Javon. Es tan obvio. Te la pasas mirándola como si fuera lo único en el mundo. Ya lo has aceptado, solo falta que se lo digas a ella.

Me revolví en mi asiento, sintiéndome expuesto y vulnerable. Sabía que Jayla siempre podía ver a través de mí, pero no esperaba que fuera tan directa. Bajé la mirada, jugando nerviosamente con el tenedor.

—No es tan fácil —susurré, mirando a mi hermana de reojo—. Ella ha pasado por mucho. No quiero apresurarla ni confundirla... ni arruinar lo que tenemos ahora.

Jayla dejó de sonreír por un momento y me puso una mano en el hombro.

—Lo sé, Javon, pero también sé que ella confía en ti más que en nadie. No estoy diciendo que le declares tu amor ahora mismo, pero tampoco puedes quedarte así para siempre, solo mirándola desde lejos. Algún día tendrás que dar un paso adelante. Solo piénsalo.

Asentí en silencio, sin apartar la vista de Diane, quien en ese momento soltaba una risa sonora cuando Daelo casi derramó su jugo al intentar hacer malabares con las cucharillas. Sentí mi corazón latir más rápido, pero me obligué a apartar la mirada, intentando calmarme.

—No es el momento, Jayla —respondí al fin, tratando de sonar más seguro de lo que realmente estaba—. Tal vez... tal vez después del viaje. Pero no ahora.

Jayla rodó los ojos, pero no insistió más. Sabía que necesitaba mi propio tiempo para procesar las cosas.

La comida continuó sin más incidentes, aunque no pude evitar lanzar miradas furtivas a Diane de vez en cuando. Cada vez que ella sonreía o se reía, algo dentro de mí se agitaba. Ese día, Diane parecía más radiante que nunca, como si por fin hubiera encontrado un espacio para ser libre y feliz.

Después de un rato, cuando la comida había terminado y todos comenzaban a levantarse para dirigirse a sus habitaciones o explorar más del crucero, Jayla me dio una última palmada en la espalda.

La chica de al lado | Javon Walton Donde viven las historias. Descúbrelo ahora