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El calor era algo que Eiden detestaba, así como sentirse confundida y fuera de lugar, odiaba sentirse inútil e incapaz de hacer ciertas cosas.
El gran dilema era que se sentía así casi todo el tiempo, como se mencionó antes, ella lo detestaba.
Los fremen eran una raza extraña, muchos de ellos eran demasiado pesados y bromistas, si no has crecido con ellos puedes llegar a considerarlos groseros, la cosa es que, aunque Eiden había crecido junto a ellos, le seguían pareciendo molestos.
¿Por qué?
¿Por qué razón sentía que no pertenecía ahí?
La joven debe confesar que muchas veces pensó que no era de la misma raza que ellos, que tal vez ella pertenecía a otro planeta, a otra gente, pero esas ideas se desvanecían cuando le daba un vistazo a su físico, era imposible aquello; su piel era morena, sus cabellos color café oscuro, sus ojos eran característicamente azules, ella era una fremen, era tonto pensar lo contrario, ¿cierto?
Cuando Eiden vió a Paul pudo sentir algo en él, algo...diferente.
La forma en la que actuaba delataba que habían muchas cosas con las que el extranjero no estaba de acuerdo, aquella curiosidad en sus ojos, la forma en la que mordía el interior de su mejilla cuando sus acompañantes decían algo, todo aquello había sido notado por la morena.
Y lo entendió, porque ella siempre se sentía así.
¿Recuerdan que mencionamos a la gente observadora? Pues son muy interesantes e inteligentes como ahora ven, así era Eiden, notaba cada detalle de todos, incluso podía decir que los conocía mejor que a ella misma.
Los Atreides decidieron ser los héroes del día y salvar a la cosechadora de especia, que no pudieron recoger y ahora, todos los presentes en la nave debían ayudar.
La morena fue la primera en bajar.
━ ¡Bienvenidos al infierno! ━ exclamó bajando la rampa de espaldas, con cuidado de no caer.
Seguida de ella, Paul fue el siguiente, el viento era extremadamente fuerte, cuando los pies del azabache tocaron al arena, se sintió extraño e instintivamente sus rodillas se doblaron para después tomar un puño de arena en su palma, la observó con curiosidad, viendo pequeños destellos en ella, la devolvió a su lugar y hechó un vistazo a el problema con la cosechadora.
El gusano de arena estaba cada vez más cerca, pero la ojiazul no sintió ningún miedo por su peligrosa cercanía, hacía mucho tiempo que había perdido el miedo a morir, lo hizo cuando entendió que ella nunca vivió, solo sobrevivió.
Paul comenzó a gritarle a los que se encontraban dentro de la cosechadora, les daba ordenes para que subieran a la nave y pudieran salvar sus vidas.
Eiden observó con curiosidad; aquel muchacho tenía complejo de líder, seguramente porque para eso lo habían educado.
Entonces la morena observó algo más, Paul comenzó a actuar de una forma muy extraña, no usaba su máscara y sus ojos divagaban por el lugar.
Cuando el joven cayó de rodillas frente a la cosechadora, la ojiazul se alarmó, frunció el ceño y se cuestionó por un segundo si debía auxiliarlo, pregunta que después de unos segundos le pareció tonta.
El gusano estaba más que cerca y los únicos faltantes en la nave eran Paul y Eiden.
La muchacha corría con sus ágiles piernas lo más rápido que podía, pues había cierta lejanía entre ella y el hijo de Leto.
Cuando la morena estuvo ya más cerca, pudo ver que el azabache parecía hipnotizado, posó una mano sobre su hombro, cosa que lo hizo sobresaltar y salir de su trance.
━ Paul, levántate, hay que salir de aquí ━ le dijo intentando ayudar al joven a reponerse, cosa que no tardó demasiado. ━ ¡Más rápido!
Ambos comenzaron a correr, sintiendo la arena rozar en sus mejillas y minutos después comenzando a derrumbarse bajo sus pies.
Ambos cayeron ante aquel movimiento, entonces intentaron gatear, aunque fue muy complicado pues sus puños se hundían ante la inestable arena.
Finalmente la nave estuvo cerca, desplegó una rampa y Paul fue el primero en subir, seguido de esto extendió su mano para brindar ayudar a la morena, misma que aceptó su mano, salvándose esta vez, de aquel gusano de arena.
La pareja observó como aquella gigantesca criatura se comía la cosechadora entera, Paul tragó saliva, sintiendo aún aquella adrenalina en su cuerpo y preguntándose que era lo que había pasado y por qué él había reaccionando de aquella manera.
━ Estás loco ━ le susurró una vez que estuvieron a salvo, el resto de los pasajeros estaban en silencio, aún conmovidos por lo que había pasado.
━ Lo siento ━ fue lo único que pudo decir, negando con la cabeza.
━ Me gusta ━ confesó la morena dando una ligera sonrisa, cosa que hizo reír ligeramente al azabache y romper aquella incomodidad del momento.
La ojiazul, al estar sentada a su lado izquierdo recargó su cabeza sobre el hombro del joven, aquello lo tomó desprevenido pero tampoco se negó al gesto, en cambio, lo correspondió posando la suya sobre la de ella, quedando nuevamente en silencio, pero que esta vez no era incomodo.
Paul pensó en aquella chica y sus azules ojos, en como la descubrió innumerables veces observándolo, le pareció extraña pero extremadamente interesante, Paul adoraba lo interesante.
¿Quien era ella? Ni siquiera sabía su nombre, ella no se había presentado pero, entonces ¿por qué sentía aquella familiaridad?
━ Eiden ━ susurró la morena, como si hubiera sido capaz de leer la mente del azabache.
━¿mmh? ━ preguntó el mencionado, incapaz de entender aquella palabra.
━ Mi nombre ━ aclaró con una suave voz, como la de alguien que está a punto de dormir ━ Mi nombre es Eiden.
━ Me da gusto conocerte Eiden ━ correspondió Paul después de unos segundos, imitando un tono similar al de la joven.
Ella soltó una risita, le seguía impresionando la amabilidad de aquel muchacho, pero sobre todo, había algo en él que le llamaba muchísimo la atención, el era como un destello de luz en una cueva oscura, era algo que ella sentía que debía descifrar.
Este día había sido demasiado raro, pero más que eso, interesante.
