Narrador omnisciente
21 de abril •
Ya habían pasado más de dos horas desde que comenzaron las clases y todavía no llegaba Isael. Resultó raro para todos, hasta los mismos profesores, no es muy habitual que el chico llegue tarde al colegio, es uno en los primeros en llegar al aula.
Una sola persona esperaba que su preceptor llegue y avise al profesor que tengan en ese momento que Isael llegaría tarde por una revisión médica, algo que justifique su falta. Pero nada, ni una gota de esperanza.
Agustín quería disculparse con su compañero por haberle hecho pasar un mal rato ayer abrazándolo, aunque éste haya mostrado signos de que no estaba cómodo rodeado entre sus brazos. Ni siquiera sabe porqué lo abrazó, sintió algo en su interior qué le decía que lo abrace, y por acto de inercia lo hizo.
A Isael no lo veía muy bien, está muy distraído, casi ni escribe y no habla con nadie, excepto cuando necesita ayuda con sus trabajos, sentía que no la pasaba para nada bien. Con lo poco que lo conoce no puede adivinar que le sucede, pero el tormento de todos sus problemas es principalmente su mamá, no tiene que investigar la historia de Ferri para suponer eso.
Desde ese momento que vio como Regina lo sacaba fuera del colegio, supo que era una trabadita de la cabeza, como la describe el santafesino.
No quiere verlo así, sabiendo que todos sus problemas son culpa suya y su firmeza en seguir siendo su amigo para sacarlo de esa responsabilidad que carga. Tampoco lo quiere mal influenciar, solo quiere verlo feliz, disfrutar de su adolescencia, lo poco que queda.
El tiempo pasó, llegando el recreo del desayuno, donde Giay aprovechó a buscar un poco de tomar, ya que sus amigos fueros hacia allá, quieren tener las facturas, se acaban muy rápido.
Agustín hablaba con una portera, la que mejor le cae, porque calienta el agua para sus mates en el momento que sea, y porque su hija es hermosa. Las demás le caen muy mal, se creen las dueñas del colegio.
De reojo vio una figura verde caminar tranquilamente por el colegio, girando su cabeza rápidamente viendo la silueta, era otro chico.
— Ya vino Isael, por fin — Escuchó a los lejos al chico que se junta con el recién nombrado.
Lo vio mejor, justo cuando el veneciano había sonreído para saludar a sus amigos. Fue hacia su dirección, sin importar que otros lo estén buscando, él será el primero, Isael lo ignora cuando está con ellos.
Entró a su aula y lo vio, distraído por la música que escuchaba a través de sus auriculares, sacándose la mochila de su espalda para ponerla en la misma posición de siempre. Se pone atrás de él, tocando su hombro, así lo veía. Le sacó un susto, haciendo que de unos pasos atrás.
— ¡Agustín!, me asustaste. Avísame cuando vengas hacia mi — Pide, sacándose la campera más abrigada al sentir el calor del susto invadirlo.

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𝑇𝐸 𝑂𝐷𝐼𝑂 ☔︎ 𝐴𝐺𝑈𝑆𝑇𝐼𝑁 𝐺𝐼𝐴𝑌
Storie d'amore𝑇𝐸 𝑂𝐷𝐼𝑂 Esa era la frase más repetidas en las discusiones de Isael y Agustín.