"Secuestro"

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Las gondolas de comida estaban casi llenas, era un sueño, no me creía que hayamos tenido tanta suerte, y si prestaba atención no había ningún caminante cerca... a decir verdad todo parecía demaciado tranquilo.

Le reste importancia a eso, tenía que concentrarme en encontrar algún interruptor para abrir la puerta.

Corrí hasta un cajero automático, busqué entre los cajones y los estantes, no parecía haber señales de nada, de hecho estaba todo muy vacio.

- Cris, ¿Estás bien? -se escuchó el grito lejano de Carl.

- Cállate, atraeras caminantes. -rodé los ojos, esa había sido Shopia.

Me agaché a mirar el suelo debajo del escritorio, unos pies aparecieron frente mia.

Me paralice.

Que no sea un zombie, que no sea un zombie.

- Niña, ¿Buscas esto? -se escuchó la voz de un hombre.

Me levanté del suelo lentamente y lo vi, tenía unas llaves en la mano y las agitaba burlonamente.

No dije nada, de un momento a otro algo me habia golpeadola cabeza haciedome perder la conciencia.

Pensandolo bien, un zombie no hubiese estado tan mal.

***

Desperté con la jaqueca más horrible del mundo, intenté tocarme la frente pero tenía las manos esposadas a una silla y prácticamente no podía moverme, miré a mi alrededor.

Me encontraba en una habitación de mal aspecto, húmedo y con olor a polvo y antigüedad, el metal de la puerta estaba oxidado y, quitando la silla en la que me escontraba, no había nada más cerca mio.

Quería llorar, ¿Dónde estaba? ¿Qué había pasado? Maldita sea, la falta de información me asustaba, y no quería ponerme débil justo en ese momento.

- Tengo que salir de aquí, tú puedes Cris.-me dije a mi misma, dándome ánimos.

Intenté levantar mi cuerpo, pero la silla estaba pegada al suelo, o era muy pesada. No podía moverme.

Me mordí el labio nerviosa, tanto que comenzó a sangrar pero no le di importancia.

Se escucharon pasos a lo lejos, y una conversación que no logre entender. Con un chirrido del metal la puerta se abrió en su totalidad dejando a la vista al hombre que había visto antes de desmayarme en el super, o mejor dicho, antes de que me hiceran desmayarme.

El hombre era canoso y estaba mugriento, pero tenía una sonrisa amarillenta de triunfo.

- Al fin te encuentro preciosa. -dijo, su voz hizo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal- Tú y yo tendremos una charla.

- ¿Quién eres? -solté con desprecio, aunque con un leve temblor en el labio- ¿Qué quieres de mi, por qué me tienes aquí?

Él rió.

- Me presento, soy Charlie, mucho gusto -respondió con ironía-. Te he estado observando todo este tiempo, a ti y a tu grupo, sé que tienen una prisión...

no dije nada por lo que siguió hablando.

- Vayamos al grano. -se acercó a mi- Quiero su refugio y sus proviciones.

No le tengas miedo. Me advertí, pero parecía algo imposible.

- Tu tarea es sensilla, deberás ir con el líder de su grupo y decirle: "Charlie quiere todo lo nuestro, o si no..."

Dejó la frase al aire.

- ¿O si no qué?

Sonrió.

- Mato a todos y cada uno de ustedes... Empezando por ti.

Ya no podía disimular el terror, era demaciado evidente.

- Así que tu eliges... por las buenas, o por las malas.

The Walking Dead IIIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora