ℂ𝕒𝕡í𝕥𝕦𝕝𝕠 1 : 𝕍𝕚𝕤𝕖𝕟𝕪𝕒 𝕋𝕒𝕣𝕘𝕒𝕣𝕪𝕖𝕟

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Era su primera vez en Desembarco del Rey y Visenya no estaba impresionada. No con la ciudad, no con la Fortaleza Roja y no con el rey. Ésta también era la primera vez que conocía a su abuelo y no era nada como imaginó sería un rey, al menos un rey Targaryen porque su barriga y mejillas hablaban mucho de las indulgencias que se daba, tal como lo sería un rey caricaturesco.

La reina tampoco era mucho para hablar más allá de su mueca constreñida y los ojos muy abiertos, como si estuviera esforzándose por lucir como una mártir para las masas. Ella y sus hijos desentonaban con el rey, pero combinaban a la perfección con la decoración; ropa verde, símbolos de la Fe bordados en la ropa, cabello bien recogido. Bueno, en lo último el hijo mayor carecía, tanto como su apariencia desaliñada y casi sucia.

¿Estos eran una reina, príncipes y princesas Targaryen?

Ahora comprendía el desconcierto que mostraron sus padres cuando entraron a la Fortaleza Roja momentos atrás. Incluso las tías Rhaella, Maegelle y el tío Vaegon, que vivieron en el seno de la Fe y la Ciudadela, no dudaron en mostrar disgusto. Todo parecía más un septo que un castillo valyrio.

—Mi primogénito, el príncipe Jacaerys Targaryen, mi heredero —presentó muña con orgullo.

Visenya no se perdió que mientras los ojos del rey brillaron con emoción genuina de cariño, la reina torció la boca con desagrado. La Mano fue más discreta que su hija, pero la burla era evidente en sus ojos.

Su hermano mayor tenía la piel ligeramente oscura, un poco más clara que la de los primos Laenor y Laena. Jacaerys había heredado, después de varias generaciones, la piel de los Velaryon. Sabiendo lo que sabía del árbol genealógico Targaryen, a Visenya le sorprendía que rasgos Velaryon no hubieran aparecido antes.

Sus padres habían entendido que la piel de su primogénito se debía a eso, pero había personas que no. Muchos idiotas se atrevían a pensar y susurrar que muña había sido infiel. Una absoluta tontería considerado la escandalosa historia de amor de sus padres.

Rhaenyra Targaryen, la princesa heredera, había desafiado al rey y puesto en riesgo su herencia al escapar para casarse con su tío, el príncipe Daemon. Por si eso fuera poco, en el reino era bien sabido que ambos se habían deseado durante años. Así que, ¿cómo ella se dejaría tocar por otro hombre cuando finalmente consiguió a quien siempre deseó?

Gente estúpida, de hecho.

Gente desesperada, también.

Seguramente la reina y su padre pensaron que el rey desheredaría a su hija mayor por desobedecerlo, pero no sucedió nada más allá de exiliarla a Dragonstone por varios años, y ahora tenían que desprestigiar a la Heredera al Trono de Hierro de cualquier manera posible.

—Mi Jacaerys, te pareces a mi padre, el Príncipe de la Primavera —el rey extendió una mano, invitando a Jacaerys a acercarse.

Su hermano miró a muña y kepa en busca de orientación, y avanzó cuando muña asintió, acompañándolo a subir las empinadas escaleras al trono.

Al menos la monstruosidad que era el Trono de Hierro cumplía la expectativa. Definitivamente parecía sacado de una novela de fantasía.

—Príncipe del Verano, lo llamamos con un guiño al abuelo y a la estación en que nació —explicó muña en cuanto llegaron al rey.

—Príncipe del Verano, muy apropiado —el rey acarició una mejilla de Jacaerys —. Ya eres un chico tan apuesto y seguramente te convertirás en un gran guerrero como tu padre.

—Espero crecer para enorgullecer a mi padre y mi madre, Su Majestad —Jacaerys siempre cortés, dijo formalmente.

Sus palabras no sólo agradaron al rey, sino a la Corte presente, quienes comenzaron a susurrar sobre lo educado que era el heredero aparente.

—Mis hijos gemelos, padre —hubo descontento en la reina y sus hijos cuando muña habló familiarmente al rey —. El príncipe Lucerys y la princesa Visenya Targaryen.

Kepa los escoltó entonces hasta el rey.

—Los Hijos del Cometa —anunció kepa, siempre presumido porque sus hijos menores habían nacido justo cuando un cometa rojo surcó el cielo.

Un cometa que el tío Vaegon llamó cola de dragón.

—Aemma regresó a nosotros —susurró el rey con asombro, acunando una mejilla de cada niño en sus manos.

Visenya y su gemelo habían escuchado de muña el parecido casi exacto que tenían con su difunta abuela, y la tía Maegelle afirmaba que también eran copias de la bisabuela Daella.

Lucerys, de hecho, había heredado también los ojos azules por los que la Gentil Reina Aemma había sido conocida. Ojos azules como un cielo despejado, con un brillo sobrenatural acentuado por la sangre del dragón.

Sangre de dragón que parecía haberse manifestado de más en Visenya, quien nació con ojos rojos como la sangre.

No había manera biológica o genética en que eso fuera posible, al menos no en el mundo de su vida anterior. Sin embargo, aquí no era descabellado. Inusual sí, pero no inaudito, ¿cómo iba a serlo cuando existía gente con ojos de diferentes tonalidades de morado? También sabía que en Yi Ti la familia real poseía ojos dorados.

Aunque para Visenya era desconcertante a pesar de los años que llevaba viviendo en este mundo. Siete años y todavía sentía que estaba en un sueño, tal vez experimentando un sueño astral mientras estaba en coma. Sin embargo, una parte de ella sabía que esta era su realidad, que había muerto mientras peleaba contra una uva gigante y psicótica.

Sabía que ya no era más Tony Stark.

—Qué ojos tan asombrosos —el rey se maravilló cuando vio fijamente a Visenya.

—Gracias, abuelo —sonrió dulcemente —. Creo que tus ojos son muy bonitos, me gustan.

—Parece que tenemos una encantadora en nuestras manos —el rey rio con regocijo, lanzando miradas divertidas a kepa, seguramente disfrutando que Daemon Targaryen sufriría lo que él cuando un hombre quisiera robar a su hija.

—Luce es peor —Visenya se defendió, tomando una mano de su hermano y acercándolo más a ella —. Mi hermano puede encantar hasta una piedra.

Visenya era encantadora sin esfuerzo, pero la mayoría del tiempo lo hacía intencionadamente para obtener lo que quería. Tenía mucha experiencia social como Tony Stark. Sin embargo, Lucerys era encantador naturalmente, él en realidad no se daba cuenta de lo que hacía y eso lo convertía en algo bastante entrañable.

— ¿Es así? —el rey vio expectante a Lucerys.

—Mi hermana exagera, abuelo —Lucerys soltó una risita, medio avergonzada y medio cariñosa porque él siempre encontraba ridícula pero no molesta la estima que Visenya tenía en él —. Y nadie es más encantador que muña.

Todo eso, más la mirada casi devota que Lucerys envió a muña, batiendo sus pestañas, comprobó que, de hecho, Lucerys Targaryen era muy encantador. Los suspiros admirados y hasta cariñosos que surgieron de los miembros de la Corte eran la prueba también.

Kepa tenía que preocuparse de que le robaran a Lucerys, no a Visenya.

—Y este —muña atrajo la atención de todos de nuevo al acariciar tiernamente su vientre abultado —, es el príncipe Gaemon o la princesa Aemma.

Sus padres estaban decididos a nombrar así al nuevo bebé dependiendo el género con que naciera. Aemma también había sido como muña había querido nombrar a Visenya al principio, pero en cuanto la vio supo que sólo el nombre de la Reina Hechicera y Guerrera encajaba con ella.

—Nombres maravillosos —aprobó el rey, una vez más conmovido.

El recuerdo de la Reina Aemma pesaba bastante en él.

Y en la reina actual.

Era evidente que quería decir algo al respecto, tal vez alguna queja por una falta de respeto percibida. ¿Cómo podía ser una falta de respeto cuando el nombre pertenecía a la madre de muña? Además, muña no le debía nada a la reina, al contrario.

Visenya había aprendido bastante del pasado de muña y Alicent Hightower, así como de la manera en que la última consiguió su corona, y no estaba impresionada.

Sería fácil tratar con una mujer como ella.

✨ฅ⁠^⁠•⁠ﻌ⁠•⁠^⁠ฅ✨

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