＊*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚ 𝓢𝓪𝓷𝓰𝓻𝓮 𝓮𝓷 𝓮𝓵 𝓪𝓰𝓾𝓪 ˚*•̩̩͙✩•̩̩͙*˚＊

ℂ𝕒𝕡𝕚𝕥𝕦𝕝𝕠 12: 𝕃𝕦𝕔𝕖𝕣𝕪𝕤 𝕋𝕒𝕣𝕘𝕒𝕣𝕪𝕖𝕟

— Abre —ordenó suavemente, entonces colocó una fresa en la boca de su hermana.

Visenya soltó una risita cariñosa mientras masticaba. Ella amaba las fresas porque le grababan a Lady Pepper, la esposa a la que una vez regaló la fruta a la que era alérgica; uno de tantos recuerdos que atesoraba con amor.

— La mimas demasiado —comentó el tío Vaegon, sentado en una silla al otro lado de la cama de Visenya, encorvado sobre un libro.

— Lo merece —Lucerys se abstuvo de evidenciarlo por su hipocresía.

Fue el tío Vaegon quien mandó a hacer una mesita adaptable para la cama de Visenya, todo para que ella pudiera seguir escribiendo sus ideas locas, dibujando esquemas y planos, y haciendo cálculos, de manera que pudiera permanecer acostada boca abajo para no molestar las quemaduras. de su espalda.

— Lo merezco —Visenya pataleó en el aire, uno de los pocos movimientos que podía hacer, restringida como estaba en la cama.

Ella debía permanecer acostada boca abajo con la espalda libre de vestimenta, pero cubierta de miel de abeja. Lo primero que el tío Vaegon y el maestre Gerardys habían hecho para tratar las quemaduras fue limpiar la espalda de Visenya con agua fría, entonces la cubrieron con cataplasmas de sábila.

Lucerys tuvo que pararse a los pies de la cama, sintiéndose impotente mientras veía a los maestres y acólitos trabajar, suprimiendo su llanto mientras veía cómo cortaban el cabello de su gemela. Su hermoso cabello blanco rizado, quemado también, tuvo que ser cortado al ras de sus orejas; Había sido lo más práctico también, señaló con tristeza el maestre Gerardys a muña cuando ella vio con horror que el corte fue más de lo que había estado dañado, porque incluso algo tan ligero causaría molestias a la piel herida de Visenya.

Las quemaduras iban desde la parte baja de su espalda hasta sus hombros y cuello.

La primera vez que Visenya recobró el conocimiento, fue tanto un alivio como una pesadilla. Ella nunca había gritado como lo hizo, incluso más terrible que sus gritos mientras estaba en el suelo con la espalda en llamas.

El tío Vaegon tuvo que dormirla con leche de amapola para que no sintiera dolor.

La segunda vez que despertó no hubo gritos, pero su expresión y las lágrimas silenciosas que rodaban por sus mejillas lo dijeron todo. Visenya se negó a tomar leche de amapola, en cambio asustó a todos al levantarse de la cama, insistiendo en que tenía que ver a Gaelithox antes de que destruyera todo.

Fue terrible para todos ceder, pues ella tenía razón.

Había pasado tres días y kepa, junto con las tías y los parientes Velaryon con sus dragones, ya debían estar por rendirse del agotación de mantener a raya a Gaelithox.

Lee Yukio, un guerrero yitense que kepa había conocido en un viaje a Yi Ti (más específicamente a la Isla Leng, que hizo con la tía Laena para rescatar al tío Laenor de un compromiso en el que entró por accidente) y que se convirtió en el protector juramentado de Visenya, la cargó con delicadeza en sus brazos, teniendo cuidado de no lastimar su espalda. Lady Elinda y Lady Benora sostuvieron una sábana oscura frente a ellos para que nadie pudiera ver la desnudez de Visenya.

Justo cuando llegaron a la playa detrás de la Fortaleza Roja, Gaelithox fue visto, acercándose rápidamente desde el cielo sobre la bahía. Seis dragones lo seguían.

Visenya fue colocada sobre la arena y con pasos tambaleantes caminó hacia su dragón cuando éste aterrizó con un rugido. Muña y Lucerys habían querido acompañarla, pero con lo enojado y volátil que estaba Gaelithox corrían el riesgo de ser lastimados.