Alma Fragmentada (AA'IN)

15

Tras escapar de la misión encubierta y el aterrador encuentro, Asha y Nain regresaron a la base. Will los esperaba en una sala segura, su rostro reflejaba preocupación al ver el estado de Asha. Nain, como siempre, estaba a su lado, su presencia reconfortante pero alerta.

—¿Qué pasó ahí dentro? —preguntó Will, mirando a ambos mientras se ajustaba sus gafas.

Asha, todavía sacudida por los recuerdos y el trauma reciente, cerró los ojos por un momento, tratando de ordenar sus pensamientos. Le costaba encontrar las palabras, pero sabía que era crucial describir cada detalle de los hombres con los que se había encontrado. Ellos eran las piezas clave en su misión de identificar a los líderes de las sedes.

—Eran cinco hombres —empezó con dificultad—. Uno de ellos tenía una cicatriz en el rostro, justo bajo el ojo izquierdo. Otro llevaba un anillo con un símbolo... algo similar a un águila. No puedo olvidarlo... —Su voz se quebró momentáneamente, pero Nain le dio un leve apretón en el hombro, dándole fuerza para continuar—. El que me obligó a sentarme a su lado tenía ojos fríos, grises... y su sonrisa... era... —Asha hizo una pausa, luchando por mantener la compostura—. Él es peligroso, lo supe desde el principio.

Will asentía mientras tomaba notas rápidas. Sus dedos tecleaban frenéticamente en la tableta, cruzando referencias y nombres con los detalles que Asha proporcionaba.

—Esto nos ayudará a identificarlos —dijo Will, su tono tranquilo—. Puedo analizar la información y tratar de obtener más sobre ellos. Tal vez podamos descubrir cuáles son sus verdaderos planes.

Nain miraba a Asha con una mezcla de preocupación y admiración por su fortaleza. Pero justo cuando estaban discutiendo sus próximos movimientos, la puerta de la sala se abrió de golpe. Un soldado entró con paso decidido y los saludó con un gesto formal.

—Capitán Nain, Asha, Will —dijo, su voz firme—. El comandante solicita su presencia en el patio. Se ha asignado una nueva misión.

Nain intercambió una mirada con Asha antes de asentir. Will, sabiendo que como científico no podía acompañarlos en misiones fuera de la sede, se levantó de su asiento con una expresión seria.

—Tengan cuidado —les dijo Will, su tono más bajo de lo habitual—. Si necesitan algo, ya saben dónde encontrarme.

Con una última mirada de despedida, Asha y Nain siguieron al soldado hasta el patio principal, donde decenas de soldados estaban ya formados, esperando instrucciones. El aire estaba cargado de tensión. El comandante se encontraba frente a ellos, su voz resonando con autoridad mientras explicaba la nueva misión.

—Se ha asignado una nueva operación —anunció el comandante—. Dos equipos serán formados. El primer equipo se encargará de explorar una zona cercana a la frontera. Es territorio desconocido, y necesitamos inteligencia sobre cualquier amenaza potencial.

El comandante señaló a varios soldados, dándoles órdenes precisas sobre su misión en la frontera.

—El segundo equipo —continuó— se dirigirá a la ciudad amurallada de Elonia. Hemos establecido contacto para negociar recursos esenciales, incluyendo alimentos y gemas energéticas. Su tarea será asegurar una alianza con Elonia. Esta misión es de vital importancia para nuestra supervivencia.

Asha y Nain fueron asignados al equipo diplomático destinado a Elonia. Sabían que no sería una tarea fácil. Las ciudades amuralladas no confiaban fácilmente en los forasteros, y las negociaciones podían volverse tensas rápidamente.

—Elonia es clave para mantener la estabilidad entre las ciudades —advirtió el comandante—. Debemos lograr que cooperen. Cualquier fracaso pondría en riesgo a Zyrga.

Los soldados comenzaron a prepararse, revisando su equipo y asegurando todo lo necesario para ambas misiones. El viaje hacia Elonia prometía ser largo, y las incógnitas que rodeaban a la ciudad solo añadían más peso a la misión.

Will, que observaba desde la distancia, sabía que debía confiar en sus compañeros para llevar a cabo esta crucial tarea. Mientras Asha y Nain se alejaban con el equipo diplomático, su mirada se cruzó brevemente con la de Asha, quien le devolvió un asentimiento firme. Ambos sabían que cada paso que daban los acercaba más al corazón del conflicto que amenazaba a la humanidad.