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La batalla había alcanzado su punto crítico. El equipo luchaba por controlar a los kimer que se dispersaban en todas direcciones, mientras las órdenes del comandante resonaban por el campo.

—¡Dispersión! ¡Protejan a los civiles! —gritó el comandante.

Asha, respirando con dificultad, trató de mantener el equilibrio mientras el suelo temblaba bajo sus pies. El dolor en su cuerpo comenzaba a apoderarse de ella, pero se negaba a rendirse. Nunca más.

—¡Asha! —La voz de Nain rompió el caos, su tono cargado de preocupación. Él corría hacia ella, su mirada fija en su compañera mientras el peligro se cernía a su alrededor.

Pero entonces, ambos lo vieron.

Una sombra emergió de entre los monstruos, un ser que al principio parecía humano. Sin embargo, su figura se movía de manera antinatural. No... eso no es humano, pensó Asha. Retrocedió instintivamente, sus manos temblaban al intentar empuñar su espada.

El miedo, algo que rara vez permitía sentir, la paralizó en el momento más crítico. Sus ojos se abrieron de par en par cuando sintió las garras de esa criatura atravesar su abdomen. Un dolor punzante recorrió su cuerpo, arrancándole un grito ahogado. Vio la sangre brotar, y al monstruo con colmillos que la miraba con una sonrisa macabra, llevándose la mano empapada de sangre a los labios.

—Asha, ¡no! —Nain llegó a tiempo para verla caer de rodillas. La sangre fluía rápidamente, manchando su uniforme.

Nain, desesperado, arrancó un pedazo de su camisa para intentar detener la hemorragia, su mente en caos. Cada segundo contaba.

—No me dejes... —murmuró Nain, con la voz quebrada mientras la sostenía con fuerza en sus brazos. Sus compañeros aún luchaban contra los kimer, pero él solo podía ver a Asha, su rostro cada vez más pálido. No puedo perderla, pensaba mientras apretaba con más fuerza la tela contra la herida.

Asha, medio inconsciente, lo miraba con ojos nublados. Tantas veces me has cuidado... pensaba, pero no podía permitir que él viera su vulnerabilidad. No ahora.

—Déjame... —susurró, aunque su voz apenas fue audible.

—No voy a dejar que te vayas —respondió Nain con firmeza, su mirada cargada de angustia. La furia y el miedo bullían en su interior al ver que Asha apenas podía mantenerse consciente.

El monstruo con forma humana, viendo que Nain estaba distraído, avanzó con una sonrisa sádica. Nain soltó a Asha con cuidado, dejando su cuerpo en el suelo para enfrentarse al kimer.

El intercambio fue brutal. La espada de Nain chocó con las garras del monstruo, mientras que una herida profunda se abría en su hombro. El dolor lo hacía tambalearse, pero no retrocedió. La imagen de Asha, herida y vulnerable, lo llenaba de rabia. Con un grito, Nain se lanzó hacia adelante, clavando su espada en el torso del kimer.

El kimer rugió, furioso, pero antes de que pudiera reaccionar, un escuadrón de soldados apareció desde la entrada de la ciudad. Apuntaron sus armas al monstruo, y este, al verse acorralado, saltó hacia el muro, escapando entre las sombras.

La batalla parecía haber terminado, pero Nain no sentía alivio. Sus ojos se dirigieron de inmediato a Asha, su cuerpo débil aún en el suelo.

—Asha... —susurró mientras se arrodillaba junto a ella, el miedo evidente en su voz.

El rostro de Asha estaba pálido, y la sangre seguía brotando de su herida. Aun así, ella le lanzó una mirada desafiante, luchando por no dejar que el dolor la venciera.

—No te... preocupes... —susurró con esfuerzo, intentando mantenerse firme. Su frialdad habitual se filtraba a través de su voz, incluso en un momento como este.

—¿Cómo no me voy a preocupar? —respondió Nain, su voz temblorosa. Tomó su mano, notando la frialdad que se apoderaba de su piel.

Asha quiso apartar la mirada, pero no pudo. Sabía lo que Nain sentía por ella, pero era incapaz de corresponder de la misma manera. No puedo permitirme sentir. No después de todo lo que he perdido. Sin embargo, ahí estaba él, dispuesto a arriesgar todo por ella, una y otra vez.

—Solo... estoy cansada... —dijo, tratando de mantenerse distante, aunque sus palabras no tenían fuerza.

Nain negó con la cabeza, apretando su mano con suavidad.

—Siempre estás cansada, Asha, pero yo estaré aquí. Siempre.

Ella quiso responder, pero el agotamiento la venció. Cerró los ojos mientras la oscuridad la envolvía, pero esta vez no era del todo desagradable. Sentía el calor de la mano de Nain, aunque su corazón se resistía a aceptarlo.

Mientras los soldados aseguraban la zona y pedían asistencia médica, Nain permaneció a su lado, susurrando palabras suaves que Asha no llegaba a escuchar del todo. Pero allí, en medio del caos, nació una nueva promesa: él no la dejaría caer. No mientras pudiera sostenerla.

Alma Fragmentada (AA'IN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora