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La tensión en el aire era palpable mientras el grupo exploraba la ciudad de Elonia. Asha se mantenía cerca de sus compañeros, buscando la cercanía para sentirse más segura, en lugar de explorar la ciudad como solía hacer. Sus pensamientos eran un torbellino de preocupaciones y su mirada se desviaba constantemente hacia cada sombra y figura que se cruzaba en su camino.

Cuando la noche finalmente descendió sobre Elonia, Asha se encontró en un estado de alerta constante. La noticia de que debían pasar la noche en la ciudad solo aumentó su ansiedad. Aunque sus compañeros estaban cerca, el encuentro inquietante con Mikel la había dejado en un estado de vulnerabilidad que no podía ignorar.

La espera se volvía cada vez más angustiante para Asha. El anuncio de Frank de que el grupo no demoraría en llegar le ofreció un rayo de esperanza, y la idea de reunirse con Nain pronto la calmó un poco. Se apresuraron de regreso a la posada, donde los demás miembros del grupo pronto se unirían a ellos.

Asha fue guiada a una habitación aparte, y aunque trató de negarse, la insistencia del hombre que la acompañaba no le dejó otra opción. Al llegar, supo que su decisión había sido un error. La habitación parecía un reflejo de sus peores pesadillas. El color rosa suave que dominaba las paredes y las mantas le recordaba a otro tiempo, a un pasado que había intentado dejar atrás. Cerró los ojos con fuerza, como si pudiera bloquear las imágenes que la invadían.

—Espero que disfrute su cuarto —dijo la voz del mayordomo, pero Asha no pudo encontrar consuelo en esas palabras. Las lágrimas amenazaban con brotar, pero las contuvo. Se negaba a mostrar vulnerabilidad en ese lugar, ante esas personas. Se paseó por la habitación, intentando ignorar los recuerdos que se agolpaban en su mente.

De repente, las puertas se cerraron tras ella, sumiéndola en una sensación de claustrofobia. Un suspiro tembloroso escapó de sus labios mientras caía al suelo, sintiendo el peso de sus propias emociones. "¿Dónde estás, Nain?" pensó, anhelando la presencia del hombre que le brindaba consuelo y seguridad. Sin embargo, antes de poder dar un paso más por el pasillo, sintió unos brazos rodeándola y arrinconándola contra la pared.

—Hola, mi linda Alis, o debería decirte Asha —la voz del hombre resonó en su oído, enviando escalofríos por su espina dorsal. Asha apretó los labios con fuerza, intentando ignorar las palabras que le resultaban repulsivas.

—Suelta, me —dijo con voz temblorosa, esforzándose por ocultar el miedo que la invadía. El hombre no mostró signos de ceder, disfrutando claramente de la incomodidad de Asha.

—¿Tan rápido me olvidaste, Alis? —susurró él, con una mezcla de burla y malicia. Asha apretó los dientes, resistiendo las lágrimas que amenazaban con escapar. No podía permitirse mostrar debilidad frente a él. Quería gritar, pero su garganta estaba cerrada por el miedo y la ira acumulada.

—Sabes que no quiero nada contigo, déjame en paz —murmuró ella con determinación, aunque sus palabras temblaban.

El hombre sonrió con suficiencia, como si disfrutara del miedo que estaba causando.

—Oh, Asha, no puedes evitarlo. Puedo verte temblar. Sigues siendo la misma Alis de siempre.

Antes de que Asha pudiera responder, una voz firme interrumpió la escena.

—¿Hay algún problema aquí? —Nain apareció, con una expresión seria, interponiéndose entre Asha y el hombre. La tensión en el aire se hizo palpable. El hombre miró a Nain con un odio creciente, pero al ver la determinación en sus ojos, retrocedió lentamente. La sonrisa burlona desapareció de su rostro, reemplazada por una expresión de frustración contenida.

—Solo estaba saludando a una vieja amiga, ¿verdad, Alis? —dijo el hombre con una sonrisa amarga. Su mirada llena de rencor hacia Nain no pasó desapercibida. Aunque claramente descontento, el hombre se alejó, sabiendo que no podía enfrentarse a Nain sin consecuencias.

—Déjala en paz —dijo Nain con voz firme, su mirada fija en el hombre con una mezcla de ira y determinación. La amenaza en su voz era clara. El hombre, reconociendo la intensidad en los ojos de Nain, finalmente se retiró, dejando a Asha temblando y con lágrimas en los ojos. La presencia de Nain, su cercanía y su actitud protectora, ofreció un alivio inmediato en medio de la tormenta emocional que Asha estaba atravesando.

Nain se volvió hacia Asha, su expresión suave y comprensiva. Sin decir una palabra, la tomó de la mano y la condujo hacia un rincón más privado, donde ella pudo finalmente permitirse desahogar sus sentimientos en un abrazo silencioso. La seguridad que sentía al estar cerca de Nain le permitió recuperar un poco de su compostura, aunque los ecos del pasado aún resonaban en su mente.

Alma Fragmentada (AA'IN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora