Daddy. (HeeJake)

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JAKE

En algún momento entre el quinto episodio del programa que era un maratón en la televisión y el sexto, me quedé dormido.

Cuando me desperté, estaba solo en el sofá, todavía envuelto en mantas, y la televisión seguía encendida.

Había algo reconfortante incluso en la música maníaca y chirriante, o tal vez solo me estaba acostumbrando.

Podía escuchar otra melodía junto al programa, y me di cuenta de que Heeseung estaba en la cocina, tarareando mientras cocinaba algo en la estufa.

Demasiado por tener la esperanza de que hubiera decidido salir bajo fianza. Al menos, quería esperar eso. La realidad de mis propios pensamientos era aún más preocupante, ya que no tenía nada con qué adormecerlos.

Miró por encima del hombro y sonrió amablemente.

—Dormiste un rato.

Me di cuenta, aunque solo fuera porque mi cuerpo se sentía pesado, y era la primera vez que me despertaba sin que mi cabeza tuviera un dolor insoportable. Todavía me sentía como una  mierda, y mis manos todavía tenían un temblor cuando las miré, pero no era como antes. Tenía miedo de asumir que lo peor había pasado, por si acaso, pero en ese momento, la sobriedad era, con mucho, el más irritante entre mis síntomas.

—Han pasado tres días, ¿verdad? —Pregunté.

—Cerca —respondió, colocando un montón de huevos revueltos en un plato que ya estaba lleno de panqueques—. Ya que te sientes  mejor, ¿por qué no te acercas a la mesa?

De mala gana me levanté y me acerqué, decidiendo elegir mis  batallas. Todavía no podía creer que realmente estuviera pasando por esto, y también estaba cometiendo mucho más de lo que esperaba. Si no lo conociera mejor, pensaría que estaba disfrutando de toda esta rutina.

Me senté a la mesa por primera vez desde que tengo memoria.

Mi familia realmente no comía junta, a pesar de que teníamos dos  comedores. Me recordó un poco a comer en la casa de Sunghoon, excepto que sus hermanos no estaban gritando en el fondo y  arrojándose fresas el uno al otro.

—¿Cómo te sientes? —Preguntó.

—Mejor —admití—. Lo suficientemente bien como para que  podamos terminar esto temprano y regresar.

Resopló mientras se sentaba frente a su plato y comenzaba a comer.

—Buen intento.

Tomé un sorbo de jugo de naranja. Fue lo primero que no me supo a mierda desde que llegué aquí. Me lo tomé con calma, no quería enfermarme de nuevo, aunque en realidad era la primera vez que tenía hambre en semanas.

—Has pasado por lo peor —dijo, como si sintiera mi vacilación—. Si superaste eso, podrás superar las próximas dos semanas. Desde allí será fácil, al menos en cuanto a dejarlo.

—¿Y de verdad crees que vas a poder mantenerme alejado de las drogas y el alcohol mientras viajo con un montón de otras bandas de rock?

Él se encogió de hombros. 

—Solo estoy concentrado en pasar el mes. Tú también deberías estarlo.

Empecé a comer un poco, ya que era mejor que hablar. Todavía me costaba mirarlo a los ojos.

Ahora que ya no me sentía como si estuviera a las puertas de la muerte, estaba empezando a lamentar lo que había acordado.

Por supuesto, admitir eso significaría admitir la derrota, y no había forma en el infierno de que le diera la satisfacción de eso.