Daddy. (HeeJake)

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JAKE

Por primera vez, olvidé que estaba atrapado en la casa con Heeseung en lugar de vivir una existencia felizmente simple por mi propia voluntad.

En esos momentos en los que estaba trabajando en su computadora portátil, o sentado conmigo en el suelo, su risa profunda retumbaba en su pecho cada vez que decía algo que pensaba que era divertido, era fácil de olvidar.

Era tan fácil fingir que decía en serio cada palabra, que cada caricia suave y relajante era de verdad.

La mentira más peligrosa fue la sensación de seguridad que me envolvía cada vez que me envolvía en sus brazos y me besaba la coronilla, diciendo alguna estupidez sobre lo orgulloso que estaba de mí.

Por qué, no lo sabía.

Estar vivo, me refiero.

Algunos días parecía un logro suficiente, pero realmente no importaba por qué. Todo era mentira, y la parte más peligrosa era lo mucho que quería creerlo.

Lo que había comenzado como una broma se había convertido en algo que ni siquiera entendía y, sin embargo, se había convertido en mi mundo entero.

Un mundo del que no quería nada más que escapar hace unos días, y ahora...

Ahora, no sabía lo que quería.

Me sentí como un nervio expuesto,  crudo y vulnerable a cada sensación. Cada vez que pensaba demasiado en ello, y especialmente en el hecho de que iba a volver a la vida real en cuestión de semanas, se volvía abrumador, y ahora, en lugar de las drogas o el alcohol, mi escape era esta cosa de la que debería apartarme, en primer lugar.

Cada vez era más fácil perderse en ese espacio de ensueño, donde todo era cómodo, sencillo y bueno.

Sabía lo que estaba sucediendo y sabía lo peligroso que era, pero conocer el peligro nunca me había impedido complacer mis vicios antes, y este no fue la excepción. 

Esa noche, una vez que terminó su trabajo, me acurruqué en su regazo y estuvimos viendo una película a la que ni siquiera le estaba prestando atención, solo suficiente para saber que pronto terminaría.

—Se hace tarde —dijo una vez que pasaron los créditos, revisando su teléfono—. Y es casi tu hora de dormir.

—No estoy cansado.

Me lanzó una mirada que me llenó de los impulsos contradictorios de someterme y desafiarlo.

De cualquier manera, tenía garantizados unos minutos de su total atención, y eso se había convertido en mi nueva solución.

Nunca había estado más disgustado conmigo mismo por perseguir un subidón que con esto, pero no lo suficiente como para detenerme.

—No importa. La hora de dormir es la hora de dormir —dijo con  firmeza, su mano todavía descansaba en mi espalda, cálida y  tranquilizadora como su voz, incluso cuando me estaba regañando—. Pero primero puedo leerte un cuento. Eso te dará sueño.

—No —Me retiré de su regazo—. No estoy listo.

Apretó la mandíbula y no dijo nada mientras me hundía de nuevo en el suelo y comencé a trabajar en la parte del juego que había dejado a un lado cuando terminó de trabajar, a favor de acurrucarme en su regazo como un perro obediente.

—Jake —Su voz era más baja, llena de algo que no había escuchado en un tiempo—. Ven aquí.

Lo ignoré hasta que lo escuché ponerse de pie.