POV Yelena
La base subterránea era un laberinto oscuro, el eco de pasos apresurados resonaban por los pasillos mientras Kate y yo corríamos por nuestras vidas. Todo se había ido al infierno tan rápido que apenas habíamos tenido tiempo de reaccionar. El estruendo de las explosiones a lo lejos retumbaba como un recordatorio de nuestra falla.
Kate se movía con dificultad, su herida ralentizaba su paso. Cada vez que tambaleaba, volvía a su lado, sin decir nada. No era el momento de discutir, solo de sobrevivir. Finalmente, después de lo que parecieron horas de lucha, encontramos una salida. El aire fresco de la noche golpeó mi rostro cuando emergimos al exterior, pero no fue un alivio. Estábamos fuera de peligro, pero aún seguía preocupada. Vi a Kate caer al suelo para recuperar el aliento.
—Déjame ver esa herida— le ordené fríamente, acercándome a ella.
Kate intentó restarle importancia. —No es nada.
No la escuché. Me moví rápido, desabrochando su chaleco, revelando el corte en su costado. El enojo me hirvió dentro. No por la herida, sino por la forma en que se tomaba todo a la ligera. ¿Cómo podía ser tan descuidada consigo misma?
—¡Nada, dices!— ella pudo notar la frustración en mi voz, porque alzó la mirada para verme.
Empecé a limpiar la herida con manos firmes, pero cuidadosas. Siempre que me acercaba a ella aparecía una tensión que por más que lo intentara no desaparecía. Pero con el tiempo comencé a acostumbrarme. Algo en la manera en que Kate intentaba bromear, su sonrisa, hizo que mi pecho se apretara y bueno... aquí estamos.
—¿Qué harías sin mí? — murmuré.
Ella no respondió, pero el silencio entre nosotras se sentía más denso que nunca. Y entonces, sucedió. O mas bien lo hice.
Mientras terminaba de atender su herida, nuestras miradas se cruzaron otra vez y antes de que pudiera pensarlo dos veces, me incliné hacia ella. No había nada suave en el beso que le di. Fue un choque, una explosión de todo lo que había estado guardando. Kate me respondió, como siempre, con esa maldita intensidad que la caracterizaba. Pero en ese momento, ya no era una cuestión de quién ganaba. Solo éramos nosotras.
Cuando finalmente me aparté, ambas estábamos jadeando. Sentía el sabor de su aliento, el calor de su cuerpo y supe que todo había cambiado. La miré fijamente, buscando una respuesta que, en el fondo, ya conocía.
—No puedes seguir huyendo de esto— susurré, sabiendo que, de alguna manera, no solo hablaba de ella, sino también de mí misma.
—Te dije que no estoy huyendo— su voz temblaba levemente, pero sus ojos seguían fijos en los míos. —Solo quiero estar segura de que cuando sea el momento, sea porque lo decidí... no porque me empujaste a hacerlo.
Sus palabras me golpearon más fuerte que cualquier golpe que hubiera recibido. La miré, sabiendo que, en ese preciso instante, no tenía el control. Aunque yo había empezado todo, Kate había estado jugando su propio juego y de alguna manera, fui yo la que había cedido primero, lo cual había estado evitando.
Nos alejamos un poco, pero la tensión entre nosotras seguía ahí. Durante todo el trayecto de regreso, las palabras eran innecesarias. Ninguna de las dos estaba dispuesta a admitir lo que realmente había sucedido.
De vuelta en la base, después de curar su herida adecuadamente, la incomodidad entre nosotras se había asentado en el aire. Caminé hasta el gimnasio, necesitaba espacio, algo que me ayudara a procesar todo.
Pero Kate no tardó en seguirme. Empezó a entrenar, empujándose a sí misma a pesar del dolor visible en su rostro. Mi mirada no podía apartarse de ella. El sudor resbalando por su piel, la rigidez de sus músculos... No era solo la atracción lo que me descolocaba, era el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que había perdido el control.
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𝑩𝒂𝒋𝒐 𝑻𝒆𝒏𝒔𝒊ó𝒏 | 𝐾𝑎𝑡𝑒𝑙𝑒𝑛𝑎
Fiksi PenggemarKate Bishop y Yelena Belova, dos mujeres que, aunque están obligadas a trabajar juntas, no pueden evitar desafiarse mutuamente. En cada misión, la tensión entre ellas va creciendo, mezclando rivalidad y atracción en una dinámica que las llevará al l...