Capítulo 7

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Yelena lanzó un golpe rápido, buscando la guardia de Kate, pero la arquera estaba lista, esquivando con agilidad. La rusa sonrió, esa sonrisa depredadora que siempre parecía subestimar a Kate, como si fuera cuestión de tiempo antes de que la neoyorquina cediera. Pero Kate no lo haría.

Ambas llevaban ya unas dos horas intercambiando golpes y aunque los cuerpos de ambas comenzaban a mostrar señales de agotamiento, la verdadera batalla ocurría en esa línea invisible de control. Cada movimiento, cada contacto físico, no era solo parte del entrenamiento, sino una extensión de la lucha por dominar el espacio, el deseo y la voluntad de la otra.

—¿Eso es todo lo que tienes, Bishop? — preguntó Yelena, su tono burlón mientras bajaba los guantes por un momento. —Pensé que habías dicho que ibas a pelear conmigo en serio.

Kate, respirando con fuerza, se obligó a mantener su expresión tranquila. Sabía lo que Yelena estaba haciendo y no iba a caer. Hasta ahora estaba haciendo un gran trabajo de resistencia y no podía estar más que orgullosa. Levantó los guantes de nuevo, retando a la rusa con una mirada determinada.

—Solo estoy calentando— replicó Kate, sus ojos fijos en los de Yelena.

Yelena sonrió, esa sonrisa peligrosa que siempre hacía que el pulso de Kate se acelerara. Sin darle un respiro, Yelena lanzó un gancho hacia su costado, obligando a Kate a esquivarlo con rapidez. Pero esta vez, Yelena se adelantó, cerrando la distancia entre ellas y empujando a Kate contra la pared con su propio cuerpo.

El contacto fue electrizante. Kate sintió el calor de Yelena, el cuerpo de la rusa presionando el suyo, tan cerca que podía sentir cada latido del corazón de la otra. Era un golpe calculado, no para vencerla físicamente, sino para recordarle que Yelena siempre jugaba con fuego.

—¿Así que solo estás calentando? — susurró Yelena, su voz baja y cargada de tensión mientras sus labios se acercaban peligrosamente al cuello de Kate, rozándolo apenas con su aliento. —¿No necesitas que alguien te caliente?

El cuerpo de Kate reaccionó instantáneamente, pero, con un esfuerzo titánico, Kate cerró los ojos y respiró hondo, manteniéndose firme.

—No voy a caer, Yelena— murmuró, sin moverse de la pared, aunque el calor de Yelena la envolvía.

Yelena se apartó lo suficiente para mirarla a los ojos, su sonrisa desapareciendo por un momento mientras la analizaba. Podía ver la resistencia en Kate, esa fuerza interna que se negaba a ceder y eso la enfurecía e intrigaba al mismo tiempo.

—¿No? — preguntó Yelena, su tono burlón regresando mientras deslizaba una mano hacia el costado de Kate, presionando suavemente, como si quisiera probar cuánto más podría soportar. —Porque parece que lo estás considerando.

Kate sintió el peso de esas palabras, la presión del cuerpo de Yelena contra el suyo, pero se obligó a mantener el control. Con un rápido movimiento, levantó su rodilla, empujando a Yelena hacia atrás lo suficiente para liberarse. En lugar de atacar de inmediato, Kate se quedó dónde estaba, recuperando el aliento y enfrentando la mirada de Yelena con una sonrisa confiada.

—Sigo de pie, ¿no? — replicó Kate, levantando una ceja.

Yelena entrecerró los ojos, claramente disfrutando del desafío. Dio un paso hacia atrás, ajustando sus guantes, aunque no con la misma calma de antes. La frustración comenzaba a aparecer y Kate se dio cuenta de eso.

—Eres más dura de lo que pareces, Kate— admitió Yelena, aunque había un tono de burla en su voz. —Pero eso solo hace que quiera romperte más.

Kate no pudo evitar sonreír ante el comentario, sabiendo que había ganado una pequeña victoria. Yelena estaba acostumbrada a tener el control, a manipular a las personas a su antojo, pero con Kate, que al principio pareció funcionarle, ya no era lo mismo.

𝑩𝒂𝒋𝒐 𝑻𝒆𝒏𝒔𝒊ó𝒏 | 𝐾𝑎𝑡𝑒𝑙𝑒𝑛𝑎Donde viven las historias. Descúbrelo ahora