Kate no podía sacarse de la cabeza la escena en el gimnasio. Su mente, como un bucle imparable, repetía una y otra vez cada momento: la presión de las manos de Yelena sobre sus muñecas, el calor abrasador de sus cuerpos casi fusionados y esa maldita cercanía que estuvo a punto de romper. No podía negar la realidad más obvia. La tensión sexual entre ellas era cada más insoportable y cada encuentro, cada provocación, la arrastraba más y más cerca de una inevitable rendición.
Los días siguientes estuvieron llenos de esa misma carga. Yelena no dejaba pasar la oportunidad de hacerle sentir esa constante atracción, cada vez más intensa y difícil de manejar. Todo era un juego para la rusa, un desafío en el que Kate se encontraba atrapada, incapaz de retroceder, pero sin querer dar el paso final. No quería rendirse, no frente a Yelena, aunque su cuerpo pareciera tener otros planes.
Aquella noche, la misión que compartían las había llevado a un lujoso hotel en el centro de la ciudad, uno de esos lugares donde el lujo rozaba el exceso. Y, para la frustración de Kate, tendrían que compartir una habitación. Las circunstancias lo exigían, o al menos eso era lo que les habían dicho. Para Yelena, por supuesto, esto parecía una divertida coincidencia. Para Kate, era una trampa.
La habitación estaba decorada con un gusto refinado y una sola cama de sábanas blancas relucientes. Kate tragó saliva al ver ese detalle, mientras Yelena, con su habitual indiferencia, dejaba caer su mochila sobre la cama y se acercaba al minibar.
—Espero que no te moleste compartir— dijo Yelena, sin molestarse siquiera en mirarla mientras sacaba una botella pequeña de vodka.
—Es lo que hay— murmuró Kate, intentando sonar tranquila, aunque el calor que subía por su cuello la delataba. Se sentía atrapada y cada vez que intentaba alejarse de la tensión que las rodeaba, parecía caer más profundo en ella.
Yelena tomó un sorbo de la botella, observando a Kate con una mirada divertida, como si pudiera leer cada uno de sus pensamientos.
—Estás tensa, Bishop— comentó Yelena, con esa malicia juguetona. —¿Es por la misión o... por algo más?
Kate apretó los dientes, dándose la vuelta para caminar hacia la ventana, intentando poner algo de espacio entre ellas. Pero no importaba cuánto se alejará, sentía a Yelena como si estuviera pegada a su piel.
—Estoy perfectamente bien— respondió bruscamente. Sabía que estaba mintiendo, pero no iba a darle a Yelena la satisfacción de admitir lo que realmente sentía.
El sonido suave de los pasos de Yelena detrás de ella hizo que Kate tensara los hombros. Y antes de que pudiera moverse, sintió las manos de Yelena posarse sobre su cintura, con un toque ligero, pero lo suficientemente fuerte como para que Kate supiera que estaba completamente atrapada.
—No me mientas, Kate— susurró Yelena en su oído, su aliento cálido enviando una descarga de adrenalina a través de su cuerpo. Los dedos de Yelena se deslizaron suavemente por los lados de su torso, provocando una reacción involuntaria en Kate, que cerró los ojos por un segundo, tratando de controlarse.
Kate sabía que debía apartarse, empujarla, decirle que se detuviera. Pero el deseo que había estado conteniendo durante tanto tiempo era como una tormenta lista para desatarse. Yelena sabía exactamente lo que estaba haciendo y cada pequeño movimiento suyo la empujaba más cerca del borde.
—No juegues conmigo— susurró Kate, casi como si rogara. No estaba segura de sí era una advertencia o una súplica, pero Yelena, como siempre, no parecía dispuesta a detenerse.
—Oh, pero me encanta jugar contigo— respondió Yelena. Sus manos viajaron desde la cintura de Kate hasta sus caderas, tirando ligeramente de ella hacia atrás, lo justo para que sus cuerpos chocaran.
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𝑩𝒂𝒋𝒐 𝑻𝒆𝒏𝒔𝒊ó𝒏 | 𝐾𝑎𝑡𝑒𝑙𝑒𝑛𝑎
ФанфикKate Bishop y Yelena Belova, dos mujeres que, aunque están obligadas a trabajar juntas, no pueden evitar desafiarse mutuamente. En cada misión, la tensión entre ellas va creciendo, mezclando rivalidad y atracción en una dinámica que las llevará al l...