XXVII

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13/Septiembre/22

Que necesario es un diario.

Ayer peleé con mamá, dos peleas en un día, me dolía la cabeza de tanto gritar, todo me recordó a las peleas con papá, siempre me iba a mi cuarto y le ponía seguro para ya no pelear y no escuchar.

Ayer hice lo mismo, me agarró la ansiedad, necesitaba lastimarme, era una sensación que me decía que iba a estar bien si en verdad lo hacía, pero una parte de mí me decía que estaba mal.

Me sentía frustrada, así que sólo llore para sacar cómo me sentía, pero no era suficiente, llorar nunca era la respuesta, necesitaba más que eso, primero pasaba mis dedos por mis muñecas, pero no quería hacer lo que sabía que quería hacer: lastimarme.

Así que en su lugar pellizque la parte detrás de mis dedos con una fuerza que dolía, al menos ya no me lastimaba de la forma obvia, se supone que ya estaba mejorando, pero cuando pasaban este tipo de situaciones me superaban.

Llore toda la noche hasta que me quedé dormida. Lo que siempre hago es al día siguiente pedir perdón por subir la voz y por todo lo que sé que no quería decir y que sólo lo dije por un ataque de enojo.

Aunque no sea mi culpa del todo, siempre pido perdón y todo vuelve a la normalidad.
Lo que sirvió antes era en ese momento escribir, sacar lo que me atormentaba, pero ayer por una extraña razón no lo pensé, tan sólo dude y me espante.
















Escribiré cada vez que de nuevo pase.





















Predestinada a sufrir. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora