VIII

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- ¿Sigues enojado?- preguntó observando como Isagi se sobresaltaba un poco, tal vez pensaba que era bueno disimulando.

- No, no lo estoy.

Negó rotundamente hasta con un movimiento de cabeza. Se miraron, Kaiser levantó una ceja y Yoichi se limitó a hacer tiempo tomando un sorbo de su té.

- Bueno, si soy honesto- divagó deliberando- molesto no estoy, solo un poco sentido, pero ya se me pasará.

Con esto dicho, Michael se cuestionó que hacia ahí, en ese lugar. A veces, estos pensamientos nacían de situaciones cotidianas, algunas veces podía ocasionar alegría o tristeza, y otras solo incomodidad. Si bien, no se consideraba una persona sentimental, pero últimamente comenzaba a sentir una extraña nostalgia, lo cual era raro, porque los momentos que compartía junto a Isagi no se podían asemejar a nada que haya vivido antes. Y tampoco es como si hicieran algo trascendental, parecían dos viejos que no hacían más que beber té y conversar.

Fue sacudido de sus cuestionamientos con una mano agitándose frente su campo de visión, su rostro dejando divisar una leve preocupación.

- ¿Estás bien?, de repente comenzaste a mirar a la nada.

- Solo estaba disociando- dijo, su compañero asintió y luego frunció el ceño.

- Oh, justo cuando empecé a contarte algo comenzaste a disociar- resoplo- puedes decirme si te parezco aburrido.

Kaiser parpadeó dos veces, observó esa pequeña inclinación de sus labios.

"Mierda, está intentando retener un puchero"

Deseó acercarse a su espacio, no sabía que iba a hacer, pero la ternura con la que se manejaba el peliazul...

Mentalmente, golpeó su cabeza contra la mesa. No debía dejar que su mente corriera de esa manera.

- Que me estabas diciendo- preguntó tratando de compensarlo.

El nipón lo miró y luego suspiró.

- Mejor dime, en que estabas pensando, si se puede saber- sugirió.

Michael rio ligeramente, luego para la sorpresa de Yoichi comentó relajado y sincero.

- Solo estaba preguntándome que fue lo que te llevó a iniciar a jugar futbol.

Tal vez, la iluminación del lugar acentuó más su rostro entusiasta, e hizo que sus ojos azules adquirieran un brillo especial. A continuación lo bombardeó con detalles de una respuesta elaborada.

- Principalmente por la TV, Noel Noa y mis amigos de aquel entonces- contestó con una sonrisa espontánea, no se esperaba la pregunta pero la disfrutó- de un día para otro comencé a generar una vocación por el deporte, convirtiéndose en algo serio cuando con mis padres tuvimos ese tipo de conversación sobre el futuro.

Guardaron silencio. Kaiser hizo un breve sonido de afirmación, guardando esa información innecesaria pero considerada importante.

- ¿Y tú?- Isagi se aventuró a preguntar- como empezaste.

El alemán se tensó ligeramente, no era muy fanático de recordar el pasado, prefería ignorarlo hasta que se le olvidara, o eso intentaba razonar porque en el fondo no era más que un mentiroso.

Sin embargo, su creciente inquietud se desvaneció en cuanto sus miradas se encontraron. Eso cálidos ojos azules, totalmente ajenos a los pensamientos tormentosos que lo acechaban, observándolo con atención y con un aire de inocencia. Lo hacía parecer etéreo.

Michael se envolvió con eso y se expresó con extraña soltura.

- Nada especial- respondió esbozando, sin querer, una suave sonrisa- un día iba pasando afuera de una tienda, vi un balón que parecía majestuoso y, después, con mis ahorros me lo compré.

ALGO INESPERADO // KAISAGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora