IX

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El entrenamiento estaba siendo agotador para Ness, de hecho, inició su mañana con el pie izquierdo. Su alarma no sonó, no encontraba sus llaves, su hervidor no quería funcionar, y ahora, su amigo no se dignaba ni a decirle la hora, absorto en sus pensamientos para variar. La cuestión es que era difícil preguntar, debido a que estaban en medio de un partido, debían ser serios. Pero no podía parar de pensar si el rubio se veía absorto porque estaba hiper enfocado en sobrepasar a sus rivales y meter goles, o por otra cosa.

Estaba ansioso por querer saber que pensaba Michael.

Últimamente era más tosco con él, como si no notara su presencia. Sin embargo, Alexis no sentía pena. Entendía que quizás estaba lidiando con algo de suma importancia, que por eso lo dejaba de lado.

Empero, quería ayudarlo.

Vio al otro lado de la cancha a Isagi Yoichi, y como por arte de magia se le encendió la ampolleta. No pensó demasiado, la idea simplemente llegó, y como si estuviera dominado, deseó llevarla a cabo a como dé lugar. Su atención se centró en Kaiser y luego de nuevo en el japonés.

Sonó el silbato y corrió con entusiasmo rebosante.

Su cabeza estaba llena de pensamientos de complacencia, "tal vez si lo hago, me mirará y felicitará".

No le costó mucho intuir en que momento Isagi obtendría el balón, especialmente cuando en medio de una jugada ocurrió la "pelota perdida". Sonrió acelerando el paso para alcanzarla y justo una mancha se le adelantó, Yoichi había llegado primero, recuperando el balón y girando sobre sus talones para aminorar el paso en dirección al arco contrario.

No se vio sorprendido cuando se encontró con Ness, parecía esperarlo.

Alexis también lo sabía y lo usó en su contra, haciendo una jugada terriblemente estúpida y arriesgada. Con un movimiento brusco, y en un segundo, hizo barrida empujando la pelota del dominio de Isagi. Para cualquiera, habría sido sorprendente que esto hubiera pasado, sin embargo, únicamente sucedió porque Ness pasó a empujar el balón junto a el tobillo de su contrincante, las garras de sus zapatillas prácticamente desagarraron su talón de Aquiles.

Después, las consecuencias no se hicieron esperar, todo ocurrió en menos de cinco segundos, enunciado por un grito desgarrador.

El pulsante dolor hizo caer a Isagi, sosteniendo su tobillo.

Perdió la noción de lo que sucedía a su alrededor, enfocado en el calor ferviente de su pierna inferior. Cerró fuertemente los ojos, tal vez gritó. Escuchó y percibió como iban a socorrerlo. Alguien tomó fuertemente su rostro obligándolo a abrir sus ojos, se encontró con una mirada ansiosa.

"Qué raro" fue lo único que logró formular en su mente, llena de un montón de groserías.

Gimió cuando Kaiser lo levantó y lo cargó en sus brazos, caminando entre la fila de personas con destino a la enfermería. En su camino se encontraron con Noa, intercambiaron un par de palabras apresuradas de las cuales no prestó atención, parecía mareado de dolor. Realmente nunca se imaginó cuan fuerte debe sentirse un golpe en el talón de Aquiles, bueno, pensándolo bien ni siquiera fue un golpe, para ser exactos, fue como si le hubiera pasado encima un serrucho.

Pasó casi una hora en enfermería. Ahora, que ya se encontraba más calmado, liberado de los nociceptores que en su momento nublaron su cerebro, miró con pesimismo su talón siendo presionado por una bolsa de hielo. La enfermera le habría dicho que probablemente se hincharía. Suspiró llenando el silencio de la habitación, pensando que quizás tendría que usar una bota, y tal vez, que ya no podría pisar la cancha en un tiempo.

"Tengo que llamar a casa" reflexionó, rezaba porque sus padres aun no supieran y ni mucho menos hubieran visto en vivo su caída.

Levantó la mirada cuando oyó el sonido de la puerta emitiendo un suave "clic". Michael Kaiser se acercó alcanzando una silla y sentándose a su lado. No hablaron, pero Isagi se sintió cohibido ante la escrutadora atención del rubio en su cuerpo, deteniéndose en su pie.

ALGO INESPERADO // KAISAGIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora