Lo que no dijimos.

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Izuku observó de reojo al cenizo. Estuvo haciéndolo gran parte del viaje. Era como si sus ojos se desviaran automáticamente a tu dirección, como un impulso, algo que lo orillaba a llenar su vista de cada centímetro de su piel. Era adictivo, y atemorizante.

No le gustaba, porque entre más miraba, más recordaba.

Olía los desayunos, el Katsudon en las madrugadas donde él estaba triste, las noches de películas, su primera vez, su primer beso.

Aquella vez después de esa fiesta donde Katsuki se disculpó con él avergonzado, en sus palabras, no quería que su confesión fuera de esa manera. Después de eso lo llevó a una cita al estreno de una película de héroes que hasta ese día era su favorita y después, le pidió formalmente ser su pareja. Recordó lo salado de sus lágrimas al decir que sí y el tímido, torpe beso que le siguió. Recordó los paseos en el parque, como tomó su mano, como siempre era detallista incluso sin pedirlo.

Y luego recordó lo doloroso de su ruptura.

Su sonrisa de desvaneció. Sus dedos picaron porque querían estirarse solo para acariciar una porción de su piel lechosa, tirar de un mechón cenizo. Quería sentirlo real, y quería pensar que tal vez, y solo tal vez, con la sensación presente se transportaría a más recuerdos felices.

Había sido muy bueno ignorando todo eso durante años, pensó que lo había superado correctamente, pero ahora, se dio cuenta que tener a esa persona frente suya era mucho más difícil de lo que alguna vez fantaseo. Quería que acabara.

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Era una tarde. El calor empezaba a notarse, e Izuku recibió un par de notificaciones de sus amigos. Hace tiempo que no los veía, pero estaba ocupado, y ellos tendrían que entenderlo. Cuando se levantó de aquel sofá y estiró sus brazos, decidió preparar un par de frituras y dulces que su novio le escondía en un estante demasiado alto pero que él sabría cómo escalar. Preparó el lugar, ni siquiera se molestó en cocinar algo, porque era pésimo en ello.

Cuando escuchó el sonido de la puerta, sonrió al ver a su novio colgando su abrigo y quitándose los zapatos.

—Estoy en casa, Deku.

—¡Bienvenido! — saludó, acercándose lo suficiente para besar sus labios en un saludo. Sonrió junto con él, y se abrazó a su pecho, olfateando, llenándose de él.

—Estás animado hoy. — comentó al aire, jugando con los mechones largos en la parte trasera de su cuello. Rio con ello, feliz, enamorado.

—Es porque estás en casa. Preparé las cosas, es noche de cine.

—Ayer fue noche de cine. – rodó los ojos, besando su frente y acercándose a su habitación para empezar a cambiarse por algo más cómodo.

—Me quedé dormido al final de la tercera película. Debemos continuar.

Katsuki negó con diversión, y después procedió a desvestirse bajo la atenta mirada juguetona de su novio. Charlaron un par de minutos y el cenizo se dedicó a preparar algo para no solo comer porquería mala para su salud. 

—¿Cómo vas con tu escritura, Deku? — dijo, salteando un par de verduras mientras su novio besaba su hombro desde atrás. 

—Bueno...sigo en el proceso, supongo...— murmuró, no muy convencido. — ¡Pero estoy seguro que todo estará bien!

Limerencia || BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora