El día siguiente fue un poco más cálido de lo que esperaban. Era alentador, aunque había un aura un poco extraña entre ellos, básicamente por lo secretos, la incertidumbre, las dudas. Había otro poco de expectativa, una emoción que podía al menos notarse en ellos.
Katsuki estaba nervioso. Y bien, él no era fanático de admitir esas cosas, porque era increíble, Izuku se había encargado que escuchara eso gran parte de su vida como para no creérselo. Él era increíble, pero de todos modos, estaba nervioso. Iría a ese estúpido y cursi festival celebrado en el pueblo juntos. ¿Eso podría considerarse una cita?, no sabía y le importaba una mierda, porque ahora era una cita.
Y no cualquier cita. Era la oportunidad de su vida. La oportunidad de desvanecer las incomodidades, de demostrarle a Izuku que podía amarlo, que no era una maldita decisión y que incluso el día de mañana despertara sabiendo todo, de lo único que podía tener certeza es que no puede pasar un día más sin contar esas pecas. Y joder, es cursi. ¡Castíguenlo! Estaba enamorado y parecía que se le escapaba entre los dedos, y no podía permitirse algo así. Tenía que demostrar su valía, lo increíblemente capaz que era de cuidar de Izuku, lo mucho que podía amarlo y que no existía persona en el mundo más dispuesta a eso.
Entonces, se levantó más temprano de lo usual. Ambos siempre fueron madrugadores, excepto los días donde descansaban, un fin de semana casual que se permitían enredarse en las sábanas y dormir al menos dos horas más antes de que Katsuki tuviera que arrastrar a su novio a darse un baño mientras él preparaba el desayuno. Bien, lo primero todavía no era algo que tuviera libertad de hacer, pero lo segundo estaba hecho.
Eso quería creer.
—¿Cómo que no se me permite usar la maldita cocina?— gruñó al encargado. Su plan empezaba mal, porque sobre todo, necesitaba que Izuku recordara lo buen cocinero que era. Katsuki no tenía otra manera más efectiva de decir te amo que un buen Katsudon.
—Lo siento, señor. Es un área únicamente para empleados. —intentó explicar la pobre encargada receptora de la ira mañanera de un muy enfurruñado Katsuki. —Estoy segura de que si tiene hambre, podrá encontrar cosas bastante buenas en el buffet.
—No podría llamar desayuno a esa mierda aunque me pagaran por ello. —gruñó, bastante disgustado. No estaba dispuesto a dar su brazo a torcer, ni a brindarle un desayuno mediocre típico americano a su Deku. —Necesito Katsudon.
La chica hizo una mueca, rascando su brazo. Estaba claro que intentaba estar fuera de la situación. —Me temo que solo podemos brindarle lo que hay en el menú. ¿Puedo ofrecerle algo más?
—Te será más fácil encontrar el santo grial de lo que será hacer que de mi brazo a torcer en esto, extra. No me iré de aquí sin ese Katsudon.
——°°——
Izuku fue sorprendido por el peso repentino de algo pesado cayendo en su regazo. Casi grita si no fuera porque el aroma de los huevos revueltos, tocino y pan tostado inundaron su nariz. Hizo una mueca antes de poder despertar totalmente, apenas detectando el gruñido de Katsuki a su lado, quien llevaba un vaso de jugo de naranja.
—¿Puedes crees que esta basura de lugar no tiene crema para café dulce? Es una mierda, ¿por qué solo tienen café negro?
—A ti te gusta el café negro, Kacchan. —murmura entre un bostezo, todavía demasiado confundido para preocuparse.
—Ya no. —gruñó, malhumorado. Izuku se traga una pequeña risa, antes de tomar el pedazo de pan y dar un mordisco, que hizo crujir un poco sus dientes. —¿Lo ves? El maldito pan está quemado. No pudo encontrar nada más decente que esto. Podría arrancarle los dedos a quien sea que esté en la cocina para que deje de envenenar a la gente.
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Limerencia || BakuDeku
Fanfiction-Katsuki, tú y yo terminamos hace más de un año. Él no podía dar crédito a lo que escuchaba, porque hace apenas unas horas juraba haber tenido una de las mejores mañanas junto a un sonriente Deku que le decía que lo amaba. ...