Más allá de las palabras.

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Katsuki siempre admiró la fortaleza de Izuku.

A pesar de que, en primeras apariencias parecía alguien débil o ingenuo, aprendió con el tiempo que las apariencias engañan. Izuku siempre fue más fuerte que él, que todos los demás. Solo era demasiado bueno ocultando lo que lo hacía sentir miserable, y eso convirtió su relación en un largo camino de Katsuki analizando cada detalle de su novio para poder determinar cuando no estaba bien.

Ese día en específico, su pecoso salió sin decir nada. Un mensaje de texto diciendo que estaría con su madre y volvería un poco tarde fue su único aviso, y aunque le pareció un poco extraño, decidió no darle importancia.

Debió hacerlo.

Cuando Izuku llegó pasadas las once, con su cabello un poco alborotado, y los dedos entornándose en sus palmas, supo que había algo más. Aunque él mostrara una sonrisa, aunque besó su mejilla al saludarlo. Era extraño, porque su sonrisa se tambaleó y sus besos fueron un poco secos.

—¿Preparaste la cena?— dijo el pecoso una vez que entró. Y solo comió tres bocados antes de empezar a murmurar y jugar con su comida.

Su novio era inteligente, sabía cómo desviar su atención. Pero años juntos lo llevó a perfeccionar su mirada, apreciar los detalles, entonces Katsuki se hizo más inteligente. Sabía lo que su novio pensaría, porque si se negaba a comer levantaría sospechas, entonces aceptaba, pero era sumamente meticuloso para que pareciera estar disfrutando de una cena que apenas probó.

Había algo más. Katsuki lo estaba notando, pero no era tan tonto como para cuestionarlo de primeras, porque sabía que eso solo haría que su novio se encerrara en si mismo y le diera una de esas sonrisas que no llegaban a sus ojos. Así que simplemente decidió estar ahí, porque quería ser su apoyo, quería que entendiera que podía ser su bastón si necesitaba sostenerse de algo, que el peso sobre sus hombros podía ser repartido. Se amaban, eso era lo que significaba, podía hacerlo, quería hacerlo.

—¿Cómo está la tía?— preguntó al aire, tallando el último cubierto antes de secarlo y dejarlo a un lado. Se giró suavemente y observó apenas un poco de su piel erizarse, después, una sonrisa amable.

—Es un poco sentimental, ya la conoces— dijo, con un pequeño suspiro. Acarició su nuca, como un dolor sordo en la parte posterior del cuello. —Tuve que abrazarla todo el día. La amo, así que está bien. Sé que no lo está pasando bien, ese hombre la dejó como si nada y simplemente le pareció bien encontrarse un día. Es estúpido.

Katsuki tarareó, deslizándose alrededor de la mesa para acariciar sus dedos contra los suyos. —Ese hombre es tu padre, Izuku.

Sintió su cuerpo tensarse contra él, y rodeó firmemente su espalda, pero cuidando no hacer movimientos bruscos. Dejó que Izuku decidiera cuándo apoyar su peso en él, y fue hasta después de un minuto que su mejilla descansó en su pecho.

—Mamá la está pasando mal. Charlaron un momento, creo que simplemente convivieron, pero creo que ella no ha dejado de amarlo. Es triste, ¿no crees?, debe ser difícil encontrarte con su ex esposo y ver que tiene otra familia.

Olfateó un poco su cabello, lavanda y pino. Acarició su espalda con la punta de sus dedos y los hundió un poco en la parte baja de ella. El suspiro de su novio contra la piel de su cuello lo hizo estremecer un poco. Sentía sus pestañas húmedas rozando contra su barbilla.

—Él no preguntó por mí. Es decir, supongo que es normal, dejó a mi madre cuando apenas era un niño, así que no debe recordarme mucho. Además, tiene hijos nuevos, debe quererlos mucho.

Katsuki presionó un beso suave en su cabello, y sus brazos apretaron solo un poco más su cuerpo. Siguió escuchando atentamente cada murmullo y meció su cuerpo contra el suyo, suavemente, como una danza. Quería hacerlo entender que estaba ahí, que estaba para él, que podía sentirse como quisiera.

Limerencia || BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora