Entre la brisa y el sol.

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Fue algo borroso, áspero en el fondo y muy poco específico, pero ahí estaba. Él llegando a casa con su mochila de gimnasio y una toalla sobre sus hombros, entrando silenciosamente. El sol se asomaba por la tela de las cortinas, iluminando naturalmente y dando un ambiente cálido.

Una vez adentro dejo el bolso en el suelo y caminó un par de pasos hacia el pequeño escritorio perteneciente a su novio, aquel que había sido un regalo de cumpleaños de su parte para que su pecoso no estuviera todo el tiempo con la espalda encorvada o en posiciones incómodas, desparramado en los sillones o con los pies sobre la pared acostado en la cama. A pesar de todo, aún seguía encontrándolo así en algunos momentos, pero pretendía no darse cuenta.

Él estaba ahí, con ese enorme suéter amarillo mostaza, la capucha cubriendo sus alborotados cabellos y la luz de la pantalla iluminando suavemente sus facciones. Tan hermoso como lo había dejado esa mañana, incluso con esa pequeña arruga en la nariz y la cara de concentración. Algo como nerviosismo, un poco de tensión. Su instinto le decía que algo no andaba del todo bien, aunque nada parecía fuera de lugar a simple vista.

No podía descifrarlo, así que simplemente se quedó contemplando su figura un poco, porque seguramente estaba escribiendo un poco más y aunque jamás lo admitiría frente a su novio y ni siquiera a él mismo frente a el espejo, le cautivaba su faceta profesional, concentrada. Murmurando, divagando y mordiendo su dedo pulgar.

—¿Qué haces, nerd? —preguntó Katsuki de manera casual, apoyándose en el marco de la puerta.

Izuku dio un respingo, sorprendido por la repentina presencia de Katsuki. Sus ojos verdes se abrieron en un gesto de pánico antes de que rápidamente cerrara la laptop, casi con demasiada prisa. Una sonrisa nerviosa apareció en sus labios mientras intentaba disimular.

—¡Kacchan! No te escuché entrar —dijo, frotándose la nuca, un claro indicio de que algo estaba relativamente extraño.

Katsuki lo observó en silencio, frunciendo el ceño. Había algo fuera de lugar en todo aquello, pero no podía poner el dedo en la llaga. Izuku era transparente en muchas cosas, pero en otras podía ser sorprendentemente difícil de leer, especialmente cuando intentaba ocultar algo.

—¿Qué estabas viendo? —preguntó Katsuki, su tono no acusatorio, pero con la suficiente curiosidad como para presionar un poco más.

Izuku sonrió un poco, mordiendo su labio y estirándose perezosamente en su silla—Ah, no era nada importante. Solo... un video, ya sabes, pronto saldrá el nuevo número de All might—dijo, su voz sonando un poco ronca, probablemente por la falta de agua.

Katsuki cruzó los brazos, inclinando la cabeza ligeramente hacia un lado mientras lo observaba con atención. Izuku rara vez mentía, pero cuando lo hacía, era bastante obvio. Esta era una de esas veces. Aunque no era un mentiroso experto, sabía cómo desviar el tema de manera sutil. Tomó una de sus botellas de agua y la presionó contra su mejilla, para que se hidratara.

—Lo recuerdo. Te dije que te llevaría a comprarlo— dijo con un pequeño ruedo de ojos, limpiando el agua que escapó de las comisuras de su novio una vez que bebió lo suficiente para saciarse. —¿Un video? —repitió Katsuki, alzando una ceja—. Si era un video, ¿por qué te asustaste como si te hubiera atrapado robando bancos?

Izuku se apoyó en su toque y besó su pulgar con cariño. —Seguramente serías más mi cómplice en un robo de bancos. Tú manejarías, como baby driver.

—No dejaré que esa película de mierda sea tu personalidad si hablamos de delincuencia, Bonnie.

—¿Cómo Bonnie y Clyde? —una ceja se alzó, con diversión y ternura atrapando entre sus dedos el borde de su camisa deportiva.

Limerencia || BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora