Paredes que hablan.

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El día en que finalmente se mudaron juntos fue una mezcla de caos y emoción. El nuevo departamento estaba lleno de cajas, muebles sin ensamblar, y el eco de sus risas resonaba por cada rincón. Katsuki había sido particularmente estricto con los detalles de la remodelación, insistiendo en que todo fuera perfecto. Izuku, por su parte, estaba lleno de entusiasmo, ofreciendo ayuda incluso cuando no era tan útil como pensaba.

—Oye, nerd, no pongas los estantes torcidos —se quejó Katsuki, mirando a Izuku con una ceja levantada mientras este intentaba alinear un estante en la pared.

—¡Lo estoy haciendo bien! —protestó Izuku, aunque claramente estaba teniendo problemas. Miró su creación de lejos, haciendo una pequeña mueca. —Tiene personalidad.

—Es un eufemismo —murmuró, rodando los ojos. —Te verías tan bonito sentado sin molestar por allá.

—Eres malo, Kacchan.

—Soy malditamente increíble— sonrió, acercándose para soplar un beso en su mejilla y pellizcarla. —Y me amas.

Izuku gruñe, pero no puede evitar la sonrisa que se desliza por sus labios. —Me descubriste.

—No es que fuera un secreto. —se encogió de hombros, intentando arreglar el desastre de su novio. Izuku retrocedió un poco, observando a su cenizo trabajar. Esa expresión seria, concentrada, ceño fruncido y el polvo cayendo en sus brazos bien formados lo hizo morder su labio. Podría lanzar un suspiro de colegiala enamorada y nadie lo culparía, ya que la vista lo ameritaba. —Una foto dura más, nerd.

—De acuerdo —dijo con una sonrisa, alcanzando su celular y siendo rápido para tomar fotos. Una secuencia un poco especial de un Kacchan malhumorado acercándose cada vez más para arrebatar el aparato de sus manos lo hizo carcajear. —¡Sales precioso, Kacchan!

—Eres un maldito mocoso. —aunque el tono era gruñón, la sonrisa en la comisura de sus labios se hizo notar. Brillaba tanto, sus ojos lo decían, decían un te amo tan sincero y puro que Izuku se iluminaba de tan solo verlo.

Después de varios intentos y risas compartidas, el departamento comenzó a tomar forma. Los colores de las paredes que habían elegido juntos reflejaban su esfuerzo por construir un hogar propio, un lugar donde podían ser ellos mismos, lejos de las expectativas y las presiones del mundo exterior.

—¡Lo estás haciendo mal! —gruñó, alzando sus brazos y dando pisotones hacia la pared donde su pecoso novio daba pinceladas.

—Estoy pintando una pared, Kacchan. ¿Cómo es posible que lo esté haciendo mal?

—Estás dando pinceladas en todos lados, sin dirección. La pintura no quedará pareja. —Izuku puso los ojos en blanco, haciéndolo apretar los puños. —No seas una mierda terca y hazlo bien.

—Ni siquiera me dejaste elegir el color de esta habitación.

—Porque conociéndose estarías pintando todo este cuarto de uno de los trajes de All Might y no voy a permitirlo, nerd de mierda.

—¿Cómo te atreves? —fingió estar ofendido, alzando su brocha contra él. —¡Todo lo que tenga que ver con All Might quedará fantástico! Mejor dime que no me amas, Kacchan.

Fue turno de Katsuki para rodar los ojos, tomando entre sus dedos las mejillas les pecoso y apretando con fuerza medida, para después presionar un sonoro beso en sus labios. —Te amo. —murmuró, haciéndolo sonreír lo más que permitían sus mejillas aplastadas. —Pero quiero tirarte de la puta ventana.

—¡Es muy tarde! Ya nos mudamos juntos, ya no puedes escapar.

—Solo has el jodido trabajo bien y no tendremos problemas, cariño. —Katsuki sabía que su novio era débil con los apodos cariñosos, así que ese puchero sonrojado lo hizo sentir satisfecho.

Limerencia || BakuDekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora