7. General

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Al día siguiente, el mencionado grupo decide quedar con la pareja estrella del momento, y se van a cenar para celebrarlo a base de bebidas y tapas. Pese a sus diferentes puntos de vista (o, mejor dicho, a las cara de póker de Jiang Cheng), todos se lo pasan muy bien. Se alegran de que por fin Wei Ying y Lan Zhan estén juntos, y ya se sabe que para comer y beber cualquier excusa es buena. Hasta Lan Zhan está desatado, y toma refrescos en lugar de agua, ¡ojo! En cuanto a Wei Ying, ya han perdido la cuenta de las cervezas, vinos y copas que se ha bebido. Y sigue tan fresco.

—Me pidió salir, ¿te lo puedes creer? —le dice Wei Ying a Nie Huaisang, en un momento en el que los dos están a solas en la barra del bar para invitar a los demás a otra ronda— Mi Lan Zhan es tan serio y responsable...

—Este hombre todavía no sabe que estamos en el siglo veintiuno —replica Nie Huaisang, mientras esconde su cartera a petición de Wei Ying— ¿Y qué es eso de pasar la noche juntos sin daros como cajón que no cierra? ¡Debería estar penado por ley!

—¡Oye! ¡Baja la voz! —lo reprende Wei Ying, acercándose más a él. En el bar hay mucho ruido, pero las personas que hay a su alrededor lo han escuchado perfectamente y se echan unas risas a su costa— ¿Ya estás otra vez con eso? Que sepas que hemos quedado el viernes para pasar el fin de semana en mi casa, y esta vez no tenemos ninguna intención de dormir.

—Sí señor, ¡así me gusta! Te he traído algunas cosas de la tienda, están escondidas en mi mochila.

—¿No crees que es un poco pronto para eso? —pregunta Wei Ying, frunciendo el ceño y bajando aún más la voz— A ver si lo voy a asustar...

—Tonterías, tú llévatelas por si acaso y ya me cuentas, un fin de semana da para mucho —dice Nie Huaisang, sujetando las bebidas que le da el camarero—. Al menos, ¡hazlo por los que hace tiempo que no nos comemos un rosco!

—No ligas porque no quieres, con lo bonito que tú eres... —le dice Wei Ying en tono amistoso después de pagar, y lo ayuda con los vasos para volver a la mesa.

—Lo sé, pero es que el mercado está fatal. ¡Tú has tenido mucha suerte!

Te entendemos, Huaisang, te entendemos muy bien...

En la mesa, el grupo habla de muchos temas: familia, parejas, trabajo... Jiang Yanli les cuenta que la historia con su novio, un tal Jin Zixuan, parece ir en serio, y sus hermanos protestan porque les cae mal.

—De verdad, con el partidazo que tú eres, no sé cómo estás con ese imbécil —dice Jiang Cheng, dando un trago a su jarra de cerveza.

—¡Pero si es un amor de persona! —exclama Jiang Yanli, haciendo una mueca mientras observa su copa de vino blanco— Lo que pasa es que aún no lo conocéis bien.

—¿No me negarás que es un engreído? —continúa Jiang Cheng— Solo porque es de buena familia ya se cree más que los demás, y a ti te trataba fatal, ¿es que ya no te acuerdas?

—A-Cheng... eso fue una tontería y ya está olvidado —interviene Wei Ying, antes de que Jiang Cheng se acabe pasando de la raya. Jin Zixuan tampoco es santo de su devoción, pero se arrepintió de lo que hizo y ahora es muy respetuoso con su hermana.

—Mira quién fue a hablar, ¡el que le pegó un puñetazo! —exclama Jiang Cheng.

—¿Qué? —pregunta Lan Zhan, volteándose hacia ellos y alzando la voz sin querer.

—¡Ah! ¿Que no te lo ha contado? —dice Jiang Cheng, soltando una risotada cargada de mordacidad y señalando a Wei Ying— Este de aquí, que va de premio Nobel de la Paz, le partió la cara a Jin Zixuan.

—Jiang Cheeeeng... —se queja Wei Ying, apretando los dientes y reprendiendo a su hermano con la mirada.

—Bueno, pues ahora ya lo sabes —dice Jiang Cheng, dirigiéndose a Lan Zhan y haciéndose el interesante— tu novio es un camorrista.

Thirst Trap: ErotifotosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora