A la mañana siguiente, Lan Zhan se levanta a las cinco, como de costumbre, y se empieza a preparar. Recoge un poco la habitación, revisa los conejos, se ducha, se lava los dientes... todo muy rutinario. Wei Ying sigue durmiendo plácidamente; hoy trabaja en casa y no empieza hasta las nueve. Cuando es así, siempre apura el tiempo lo máximo posible, pero ayer puso el despertador a las ocho. No quiere que Lan Zhan se vaya sin despedirse de él.
Poco antes de que Lan Zhan se marche, Wei Ying se pone el pijama y lo sorprende saliendo de la habitación. Con pasos lentos, frotándose los ojos y una sonrisa somnolienta, le pregunta en tono bromista:
—¿Pensabas escabullirte sin decir nada? Ay, ay, ay... Lan Zhan, eso es algo que solo hacen los aprovechados que te engañan para llevarte a la cama. Mírate... ahora que ya has conseguido lo que querías, ¿te vas así? Quién lo diría, con lo buen chico que parecías ser...
Lan Zhan se acerca a él, lo envuelve con los brazos alrededor de la cintura y el cuello, y lo besa largo y fervientemente.
—No quería despertarte —murmura, al separarse de los labios de Wei Ying.
—Excusas, excusas... ¿no querías llevarme a la cama, entonces? —pregunta Wei Ying, recuperando el aliento y arqueando una ceja con picardía.
—Sí que quería.
—¡Oh, así que lo reconoces! Qué descarado... Aunque, si me das los buenos días así a partir de ahora, lo pasaré por alto.
—Trato hecho.
Wei Ying sonríe y lo abraza, prácticamente aferrándose a él. Lan Zhan huele a jabón de sándalo, su aroma favorito desde la primera vez que lo percibió. Nunca sabrá si es por el sándalo en sí o porque es el olor característico de Lan Zhan, pero poco le importa. Se dice que los olores tienen una profunda conexión con las emociones y la memoria, y este aroma, sin duda, ha dejado una huella imborrable en lo que ha significado este fin de semana. Ha revoloteado, esparciéndose de manera persistente y etérea, en la ropa, en las sábanas, en los susurros, en el deseo y en la piel.
—Lan Zhan, este fin de semana ha sido... —murmura Wei Ying, con los ojos apretados y humedecidos por la emoción del recuerdo.
—Lo sé, para mí también —dice Lan Zhan, envolviéndolo fuertemente entre sus brazos. También está emocionado y tiembla levemente.
—Mi Lan Zhan es frío por fuera y apasionado por dentro... quién me lo iba a decir. Vete ya, ¡o no podré soltarte! Estaré aquí cuando vuelvas.
Con mucho esfuerzo, Lan Zhan se separa de Wei Ying, agarra la llave con el llavero en forma de conejo, y se marcha.
Y así, después de este fin de semana, la vida siguió.
Las fotos —o mejor dicho, las erotifotos— pasaron a un segundo plano. Las recordaban con cariño, eso sí, por haber formado parte de sus vidas en los meses previos al inicio de su relación. Solo Wei Ying, cuando le apetecía ser un poco más provocador de lo que ya era, le enviaba alguna a Lan Zhan. Y, por supuesto, compartía sus geniales ideas con Nie Huaisang, quien, a su vez, también se estaba enviando erotifotos con el mencionado profesor de yoga.
Wei Ying [15:42PM]: Hey, Huaisang, le voy a enviar otra foto a Lan Zhan
Nie Huaisang [15:48PM]: En serio?? Hahahahaha qué has pensado esta vez?
Wei Ying [15:49PM]: Me voy a hacer una foto desnudo con un delantal puesto
Nie Huaisang [15:49PM]: Y qué le dirás cuando se la envíes??
Wei Ying [15:50PM]: Le diré... Lan Zhan, voy a hacer rollitos de canela. Yo los cocino, y tú les echas el glaseado xDDD
Nie Huaisang [15:50PM]: HAHAHAHA qué cochino eres, me encanta
ESTÁS LEYENDO
Thirst Trap: Erotifotos
FanfictionÉpoca moderna. Wei Ying y Lan Zhan llevan años gustándose en secreto, pero cuando se trata de amor... bueno, digamos que tienen la habilidad emocional de un ladrillo. En este aspecto, no son muy distintos de sus versiones de la China ancestral. No i...