Amado por los dioses (Quackity bow)

✾ cap 10 ✾

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Corazones Desgarrados
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gracias por tu apoyo personita linda.

_┣¨ antes de leer esto ten en cuenta algunas cosas:

1- es la perspectiva de la Wilbur.

2-contiene temas delicados que incluyen:

❖ *Maltrat0

❖ *Manipulación

❖ * Contradicción de sentimientos

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Todo iba genial. Teníamos personas leales y su apoyo incondicional. Cada uno de ellos estaba dispuesto a arriesgarlo todo por la causa. Nuestro refugio era seguro, bien abastecido, y con la promesa de una nación que, aunque ahora solo existía en nuestros recuerdos, seguía siendo el motor que nos impulsaba.

Éramos los remanentes de aquella gran nación que tanto anhelábamos devolver a su gloria. Por supuesto, no todo era perfecto. Los perros de Jschlatt patrullaban constantemente, haciéndonos la vida complicada, cerniéndose sobre nosotros como una sombra que nunca se disipaba del todo. Pero por cada obstáculo que nos lanzaban, había una comunidad que nos apoyaba. Los niños, mujeres y ancianos, tanto dentro como fuera de nuestra resistencia, mantenían un juramento de silencio. Era un pacto no dicho, pero firme como el acero.

La única señal que indicaba su lealtad hacia nuestra causa era un pequeño símbolo: un par de discos, discretamente colocados en la ropa, o tatuados con orgullo en su piel. Era un símbolo silencioso, pero poderoso, un código secreto que conectaba a todos los que deseaban la caída de Jschlatt. Si veías los discos, sabías que no estabas solo. En cualquier momento podías pedir ayuda, y sabías que quien los portaba no dudaría en ofrecer su vida si fuera necesario. Era un compromiso más allá de las palabras, era el alma misma de nuestra resistencia.

Incluso ahora, aún recuerdo cómo se sentía caminar por las calles y notar aquellos discos. No hacía falta una palabra, solo una mirada, un ligero asentimiento de cabeza, y sabías que esa persona estaba de tu lado. Era como si un lazo invisible nos uniera a todos, y ese lazo era más fuerte que cualquier cadena que Jschlatt pudiera forjar.

Recuerdo esa noche fría, cuando la ciudad estaba sumida en un silencio inquietante, casi como si el propio aire estuviera cargado de miedo y desesperanza. Las sombras se cernían sobre los edificios, como si la propia ciudad temiera lo que se avecinaba.

Justo después de una transmisión desgarradora donde pedían a los ciudadanos que entregaran a sus jóvenes al gobierno, con la intención de convertirlos en su pequeño ejército, la tensión era palpable. Las miradas de los vecinos se cruzaban, llenas de desconfianza y resignación, como si cada uno supiera que el sacrificio de los suyos estaba en juego. La desesperación flotaba en el aire, ahogando cualquier atisbo de esperanza.

Sabía que infiltrarme en el país que una vez llamé mi hogar era una locura. La nación que ayudé a construir, la que Jschlatt había corrompido y usurpado. Era un lugar que había visto florecer bajo mis manos, ahora marchito y en manos de un tirano. La voz del pueblo, que una vez resonó con orgullo, se había convertido en un susurro apagado. Era consciente de que, si me descubrían, todo habría terminado. Pero en el momento en que vi a [???] firme frente al podio afirmando tales palabras, supe que había algo más fuerte que el miedo: la necesidad de resistencia.