━━━𝙊𝙘𝙝𝙤. ❛𝑀𝑦 𝑠𝑢𝑛❜

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08 ┊𖨥…𝘾𝙃𝘼𝙋𝙏𝙀𝙍 𝙀𝙄𝙂𝙃𝙏──

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── mi sol . . . ☄️

────El frío de las paredes del laboratorio me cala hasta los huesos

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────El frío de las paredes del laboratorio me cala hasta los huesos. Las luces nunca se apagan, siempre brillando igual, haciéndome perder la noción del tiempo. Intento mantener mi mente ocupada mientras me inyectan algo nuevo y las agujas perforan mi piel, pero es inútil. Solo pienso en ella... en Jean.

A veces, cierro los ojos y la veo. Recuerdo la primera vez que la conocí, lo brillante que se veía su cabello rubio bajo el sol, como si cada rayo quisiera quedarse atrapado en él. No había visto nada igual antes, y en un principio, me sentí estúpidamente hipnotizado por su apariencia. Pero al final, fue su espíritu lo que realmente me atrapó.

La sonrisa se me escapa, apenas un gesto en este lugar de mierda. Jean me golpeó en la cara la primera vez que intenté acercarme. Y no fue un golpe cualquiera, sino uno directo al orgullo. Pensó que iba a lastimarla y no dudó ni un segundo en defenderse. Me dejó tirado en el suelo, aturdido, sin saber si reírme o enojarme.

Quién iba a pensar que ese puñetazo sería el principio de todo. Ella era más rápida que yo, siempre lo fue, y no dejaba de recordármelo. Yo intentaba seguirle el ritmo, competir con ella, pero al final del día, ella me dejaba atrás con una sonrisa burlona, retándome a que lo intentara de nuevo. Esa maldita sonrisa... Era imposible no quererla por eso.

Cada vez que los experimentos de C.R.U.E.L me arrancan un pedazo más de lo que soy, pienso en esos momentos. Pienso en Jean, en cómo su risa resonaba incluso en los días más oscuros. En cómo, de alguna forma, era la única persona capaz de mantenerme cuerdo en medio de todo esto.

Yo creía que lo que me había atrapado era su cabello, su manera de moverse como si todo el mundo fuera suyo, pero con el tiempo me di cuenta de que había sido su fuerza, su terquedad, esa forma de nunca rendirse. A veces me pregunto en qué momento dejé de mirarla solo por fuera y empecé a darme cuenta de que, cada vez que ella sonreía, yo sonreía también.

Recuerdo la primera vez que la besé. Fue una noche helada, estábamos acurrucados, esperando que el sol saliera. Lo hice sin pensar, porque sentía que, si no lo hacía, el miedo me iba a consumir. Y para mi sorpresa, ella me devolvió el beso. No hablamos de eso después, pero desde entonces, era nuestro pequeño secreto, una parte de nosotros que nadie más conocía.

𝙏𝙝𝙚 𝙨𝙩𝙧𝙤𝙣𝙜 ; 𝙈𝙞𝙣𝙝𝙤 ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora