Sus abuelos.

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Ezra sacó una toalla grande y los dos nos tumbamos en ella para tomar el sol.

-¿Quieres que mañana vayamos a nadar con tiburones?- Él me preguntó.

-¿Tiburones? Ellos me pueden comer de un bocado.- Le dije.

-Yo también te podría comer de un bocado.- El me dijo subiéndose encima de mí y besándome el cuello con pequeños mordiscos.

-Tu me comerías de otra forma.- Dije riéndome. Su mano voló a unos de mis pechos y yo comencé a gemir.

-Exactamente, te devoraría.- Me susurró mientras sus labios también bajaron a mi pecho. Su lengua se arremolinó en mi pezón y empezó a bajar su mano por debajo de mis pantalones cortos.Sentía como su mano se acercaba al vértice de mis piernas.

-¿No nos escucharán en la playa, no?- Pregunté.

-Y si lo hacen me da igual, esto es privado. Nuestro, solo nuestro.- Dijo. Puso sus rodillas a mis lados y empezó a quitarme los pantalones. -Llevas demasiada ropa para ser verano.- El me dijo lanzando mis pantalones a la arena. Unos segundos después, mi bikini también se había ido.

Cuando ambos estuvimos desnudos Ezra se metió dentro de mí con un empujón. Su pene me llenaba y me daba tanto placer que no podía parar de gritar.

Cambiamos varias veces de postura y estuvimos haciéndolo hasta que ya no pudimos más y estábamos reventados.

-Será mejor que nos bañemos un poco en la playa y después volvamos al hotel. Tengo una sorpresa para ti.- El me dijo dándome un beso.

Cuando llegamos al hotel, Ezra me dijo que me pusiese un vestido bonito para la sorpresa, no podía esperar.

-Estoy lista.- Dije saliendo del baño. Ezra me miró con los ojos como platos y con la boca abierta.

-Wow.- El me dijo.

-Cierra la boca o se meterán las moscas.- Dije riéndome. Me acerqué a él y le planté un beso en los labios. -¿Nos marchamos?- Le pregunté.

-Claro.- El me dijo cogiendo su cartera.

Nos montamos en la moto, con cuidado porque yo llevaba vestido.

-¿Me vas a decir donde vamos?- Le pregunté.

-No, aún no.- El me respondió.

Media hora después, por fin me dijo que habíamos llegado.

-¿Dónde estámos?- Pregunté.

-En la casa de mis abuelos.- Dijo el sonriendo. Entramos en una mansión enorme. Enorme, enorme, enorme.

-¿Aquí viven tus abuelos?- Pregunté con la boca abierta.

-Vivían, mi abuelo me la ha regalado. De hecho, hoy están aquí. Quieren conocerte.- Dijo.

-¿Me has traído a conocer a tus abuelos?- Le pregunté.

-Algo así.- El me contestó besándome.

-¿Y si no les caigo bien?- Pregunté.

-Les caes bien, le he hablado mucho de ti.- Dijo sonriendo. El me ayudó a bajar de la moto y fuimos hasta la puerta de entrada agarrados de la mano.

-Tengo miedo.- Susurré.

-No lo hagas.- Él me besó y abrió la puerta.

-Abuela, abuelo. Estámos aquí.- El grito. Dos señores mayores salieron por una puerta con una gran sonrisa en la casa.

-Hola, cariño.- La mujer dijo abrazándole.

-Tu debes ser Aria.- El hombre me dijo dándome un abrazo.- Soy John, el abuelo de Ezra.- El me sonrió.

-Hola, Aria.- La mujer vino a mi y me dio otro abrazo.- Me alegro de que hayáis venido.

Los cuatro pasamos a un gran comedor con la mesa ya puesta y un montón de comida en ella.

Amores de universidad. (Ezria)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora