Una fiesta en el penthouse de la organización, una celebración por una victoria estratégica importante. Las luces de neón y la música electrónica llenaban el espacio, y los miembros de la organización disfrutaban del éxito con bebidas y bailes. La atmósfera era de euforia y relajación, un contraste notable con las tensiones del trabajo diario.Izana estaba en el centro del salón, recargado en una barra improvisada, observando a los demás con una expresión de satisfacción calculada. Vestía un traje elegante, pero su presencia imponía el mismo control que en cualquier otro momento. A pesar del ambiente festivo, Izana mantenía una actitud vigilante, asegurándose de que todo estuviera bajo control.
Mikey, por otro lado, se movía por la sala con una libertad desenfadada, vestido de manera más casual en comparación con el atuendo formal de Izana. Estaba en medio de una animada conversación con algunos de los miembros, su risa y su actitud despreocupada contrastaban con la seriedad que usualmente mostraba.
De repente, Mikey, notando la mirada fija de Izana, decidió aprovechar la oportunidad para provocar a su rival. Se acercó a la barra donde Izana estaba, su sonrisa traviesa apenas disimulada por la bebida en la mano.
“¿Todo bien, Izana?” Mikey preguntó con tono juguetón, su mirada fija en el rostro de Izana. “Te veo un poco tenso para estar en una fiesta. ¿No deberías relajarte un poco?”
Izana levantó una ceja, sin apartar la vista de Mikey. “Yo soy el que mantiene el orden aquí,” respondió con voz fría. “Si tú te encargas de descontrolar a la gente, alguien tiene que asegurarse de que no se pase de la raya.”
Mikey se inclinó hacia adelante, haciendo un gesto de diversión. “Oh, vamos, no seas tan aburrido. ¿No te diviertes un poco? Mira a la gente, todos están pasándola genial.”
Izana dejó escapar un suspiro, tomando un sorbo de su bebida. “No se trata de diversión. Se trata de mantener la situación bajo control. Y si tú te comportas como un niño, alguien tiene que recordarles a los demás que no es una fiesta sin reglas.”
Mikey se acercó aún más, su mirada fija en la de Izana. “Siempre tan serio, Izana. A veces me pregunto si alguna vez te dejas llevar.”
Izana se mantuvo firme, pero su mandíbula se tensó. “Si yo me dejo llevar, ¿quién te mantendría en línea, Mikey? Alguien tiene que asegurarse de que no termines arruinándolo todo con tu comportamiento impulsivo.”
Mikey sonrió de forma aún más amplia, con un brillo retador en los ojos. “Tal vez necesitas relajarte un poco más. Ven, acompáñame a bailar. A lo mejor una vuelta en la pista te ayuda a soltar un poco de ese estrés.”
Izana miró a Mikey con una mezcla de irritación y curiosidad. “¿Bailar? ¿En serio?”
“Claro,” dijo Mikey, tomando de manera despreocupada la mano de Izana. “Solo déjate llevar por una vez. Te prometo que no habrá caos. Solo diversión.”
A regañadientes, Izana permitió que Mikey lo llevara a la pista de baile. Aunque parecía incómodo al principio, pronto se dio cuenta de que Mikey estaba usando la ocasión para provocar y divertir, tratando de sacarlo de su zona de confort.
La pista de baile estaba llena de luces parpadeantes y música pulsante. Mikey se movía con fluidez, disfrutando de cada momento mientras Izana, al principio rígido y reservado, empezó a relajarse un poco. Aunque seguía atento a los detalles y la dinámica de la sala, la presión de la vigilancia constante comenzó a aflojar.
En un momento de descanso, Mikey se acercó a Izana, susurrando con una sonrisa triunfante, “Ves, no fue tan malo, ¿verdad? A veces, dejarse llevar también es una forma de mantener el control.”
Izana lo miró de reojo, con una mezcla de frustración y reconocimiento. “No estoy seguro de si eso es cierto o si simplemente no puedo resistirme a tus juegos,” admitió, aunque su tono era menos severo.
Mikey rió suavemente, disfrutando del leve éxito de su provocación. “Quizás es un poco de ambos. Pero, por una vez, podrías admitir que a veces, disfrutar de la fiesta también es una forma de tener el control.”
Izana asintió con una ligera sonrisa. “Quizás. Pero no esperes que me deje llevar siempre. Alguien tiene que mantener el equilibrio.”
Mikey le dio un codazo amistoso, claramente satisfecho con el resultado. “No te preocupes, Izana. Todos necesitamos un equilibrio. Y yo me encargaré de mantenerte en la cuerda floja.”
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