Noche tranquila en el apartamento de Mikey. Las luces suaves de la sala crean un ambiente cálido y relajante. La vista desde las ventanas muestra una ciudad iluminada por las luces de los edificios y el resplandor de las calles abajo. La música ambiental, suave y relajante, llena el espacio, ofreciendo un contraste con el bullicio de la ciudad afuera.
Mikey está sentado en el sofá, una manta ligera sobre sus piernas, mientras sostiene un libro en las manos. Aunque parece sumido en la lectura, su mirada ocasional hacia el reloj y el teléfono a su lado revela una expectativa silenciosa. Izana está en una reunión de trabajo importante, y Mikey ha decidido esperar pacientemente a que termine, sabiendo que Izana suele mantenerse ocupado hasta tarde.
De repente, el sonido de la puerta principal se oye, y Mikey levanta la vista del libro con una sonrisa. Se levanta del sofá y se dirige hacia la entrada, donde Izana entra, aún vestido con su traje de trabajo, pero con una expresión de cansancio que contrasta con la formalidad de su atuendo.
Izana deja caer el maletín en el suelo al entrar y se quita la chaqueta, lanzándola sobre el respaldo de una silla cercana. Su rostro muestra una mezcla de agotamiento y alivio al ver a Mikey.
“¿Ya estás aquí?” pregunta Izana, con un tono que mezcla cansancio y gratitud. “No pensé que estarías esperando.”
Mikey se acerca a él con una sonrisa cálida, acercándose lo suficiente para tomar sus manos. “Claro que sí, esperaba que llegaras tarde. Quería pasar un rato contigo antes de dormir.”
Izana se deja llevar por el gesto, dejando que Mikey lo guíe hacia el sofá. “Lo siento por la espera. La reunión se alargó más de lo que esperaba.”
Mikey lo mira con una expresión comprensiva mientras lo hace sentar en el sofá. “No te preocupes. Me alegra que hayas llegado. ¿Te apetece algo de beber o comer algo?”
Izana se recuesta, estirando sus piernas en el sofá. “Un poco de agua estaría bien. Solo quiero relajarme un momento.”
Mikey se dirige a la cocina, regresando con un vaso de agua fría. Se lo entrega a Izana y se sienta a su lado, todavía con esa sonrisa en el rostro. “Aquí tienes. ¿Cómo estuvo el trabajo? ¿Todo bien?”
Izana toma un sorbo del agua, claramente agradecido por el gesto. “Sí, todo salió bien, aunque fue bastante agotador. Es bueno estar en casa.”
Mikey se acomoda junto a él, su mano descansando sobre la de Izana en un gesto de cercanía. “Me alegra escucharlo. Aprovechemos esta noche para relajarnos un poco.”
Izana mira a Mikey con una ligera sonrisa, sintiendo el alivio de la tranquilidad del hogar. “No puedo decir que no me guste esta parte de la noche. Es un buen cambio respecto al estrés del trabajo.”
Mikey apoya su cabeza en el hombro de Izana, cerrando los ojos con una expresión de satisfacción. “Exactamente. A veces lo único que necesitas es estar aquí, tranquilo, sin preocuparte por nada más.”
Izana pasa un brazo alrededor de Mikey, abrazándolo suavemente. “A veces, es lo único que realmente importa.”
Ambos se quedan en silencio, disfrutando de la paz y la tranquilidad del momento. La ciudad sigue su curso afuera, pero dentro del apartamento, el tiempo parece detenerse, proporcionando un breve respiro de la agitada vida que ambos llevan. La conexión entre ellos es palpable, un recordatorio de que, a pesar de la vida ocupada y las responsabilidades, siempre hay un lugar para el descanso y la cercanía.
