La muerte de Clara me había destrozado, sentía un dolor que me quemaba por dentro.
No recordaba mucho de la muerte de mi madre, pero cuando intentaba pensar el ella un vacío me invadía.
Ahora había perdido a mi otra madre, estaba seguro que lo habían hecho por mi.
Su muerte era un maldito mensaje y yo debía cargar esa culpa el resto de mi vida.
Cómo podía mirar a Noah a la cara después de esto? Como podía dejar de sentirme así?
Lloraba en mi habitación en total silencio, no quería demostrar dolor ni debilidad. Ellos no me verían caer, no los dejaría ganar.
Moreno y su mafia iban a caer uno por uno con mucho dolor. Esto no sería gratis, pagarían con sus vidas y las de sus allegados.
Pero tras Moreno, en las sombras, se encontraba solo un hombre que era el responsable por lo ocurrido y por lo que iba a pasar desde ese momento. Jack Conway el superintendente de esta asquerosa isla, él era mi verdadero enemigo, mi propio padre.
Los días pasaron lentos, el dolor no disminuía pero era cada vez más fácil de ocultar.
Seguí mi vida con total normalidad, iba a la academia y luego cumplía mis horas de patrullaje. Era un policía modelo, mis superiores me admiraban.
Había visto a Holiday solo una vez desde la muerte de Clara. Realmente no tenía el valor ni de mirarlo a la cara, menos pude hablarle, seguí caminando como un maldito cobarde sin detenerme. Él no merecía que actuara así, pero no sabía que hacer.
Tenía un nuevo plan, ese inmenso dolor solo había aumentado mis ganas de ver arder todo el imperio que mi padre había creado durante mi ausencia. No iba a detenerme hasta ver en cenizas cada cosa que el maldito Jack Conway amaba, aunque tuviera que quemarme en el intento.
Mi próximo objetivo era el inspector jefe Fermín Cáceres la nueva mano derecha del superintendente de Los Santos.
Deje pasar varios días antes de hacer cualquier cosa, debía guardar luto por ella. No podía faltarle el respeto de esa manera. Era lo mínimo que le debía.
El infierno estaba a punto de desatarse en esta asquerosa isla.
Ya no me importaban los inocentes, no me importaba nada, todo sería daño colateral con tal de lograr mi único objetivo, venganza.
No iba a esforzarme mucho con un chupaculos como Cáceres, no lo merecía. Y lo conocía muy bien para saber que era lo que más le jodía.
Fermín Cáceres era un amante de las normas de tránsito. Tenía una obsesión por multar o arrestar a todo el que las rompiera. Solía patrullar en unión, al resto de los compañeros de la malla les aburría las multas de tráfico y realmente a nadie le agradaba mucho el inspector.
Estaba todo listo para su captura, había llegado el día
Rogelio robo un auto por la zona de Paleto y bajo a la ciudad intentando no llamar la atención, no debía ser detenido por nadie. Espero un rato escondido hasta tener el aviso que el inspector jefe había salido a patrullar.
Manejaba por las calles muy tranquilo hasta que veía un patrulla, en ese momento aumentaba un poco al velocidad y pasaba los semáforos en rojo.
Sabíamos que nadie más que él intentaría detenerlo solo por eso, nadie era tan imbécil como para tomarse el tiempo con esas pequeñeces habiendo tanta delincuencia.
Pasaron varias horas hasta que al fin se hicieron ver unas luces policiales y se escucho una voz que le pidió que pare el vehículo a la derecha.
Este obedeció y por algunos segundos se mantuvo parado, enseguida arrancó de nuevo y se dirigió en dirección al norte de la isla.
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Peligroso Deseo
FanfictionGustabo, un joven de 22 años, vuelve a casa de su padre luego de estudiar por varios años en el extranjero. El regreso de su mejor amigo, revelaciones del pasado y su atracción por el pecado hecho hombre, lo llevaran a sacar su lado oscuro, sumergi...