12_ La primera vez

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El inspector jefe Fermín Cáceres estaba desaparecido hacía 2 días. La última vez que se lo vio fue haciendo sus rutinarias paradas de trafico por el centro de la ciudad.

Era una clara obra del pequeño rubio y sus amigos mafiosos, aunque me parecía raro que no hubiera señales del cadáver aún.

Cáceres era hombre muy rutinario en su manera de actuar, siempre se manejaba de la misma forma tanto en la laboral como en su vida personal. Así que era un objetivo sencillo para cualquier banda criminal, no era necesario ser un genio.

Al llegar a la comisaría, se sentía un extraño ambiente. Todos los compañeros que me cruzaba por los pasillos desde que cruce la entrada parecían nerviosos, incluso algunos estaban molestos.

Sin cambiarme la ropa subí rápido las escaleras hasta el 2do piso, camine por los pasillos hasta llegar a la oficina de Jack. Si algo pasaba, él lo sabría.

Golpee repetidas veces y entre sin esperar que responda. Estaba sentado detrás de su escritorio mirando atentamente algo en su tablet policial, por su expresión parecía muy preocupado.

- Que pasa neno? Por que tienes esa cara?

- Mira esto.- estiro su brazo ofreciéndome su PDA. La agarre y mire la imagen.

Parecía que era un video. Toque el botón para reproducir y observe atento las imágenes que iban apareciendo en la pantalla.

Sin poder evitarlo solté una risita casi inaudible cuando me di cuenta de lo que se trataba. Estaba el inspector jefe atado a una silla siendo torturado por un enmascarado que hablaba usando un modulador de voz.

Lo último que el enmascarado decía al final era... "Le llegaran mas videos jugando con su inspector señor superintendente"

<< Así que ese era el plan del pequeño rubio >> Sonreí al imaginarme como su sufrimiento lo llevaba a pensar nuevas maneras de venganza contra su padre.

Tenía la necesidad de verlo, desde que había ocurrido la muerte de la doctora Castro no se dejaba ver a solas conmigo. No sabía si me estaba evitando o simplemente era casualidad.

- Que haremos?- le devolví la tablet y me quede mirándolo fijo esperando una respuesta de su parte.

- No sabemos quienes lo tiene, ni por que. Debemos esperar para ver si piden algo a cambio.- su tono de voz era mas bajo de lo normal. Parecía que no quería ser escuchado.

- No hay sospechosos?- me acerque para poder hablar mas bajo.

-No tiene sentido que se lo lleven solo para torturarlo. No tenemos pruebas de los asesinatos anteriores pero estoy seguro que es obra de Horacio Perez y su banda. Esto es diferente, no tiene sentido.- de su bolsillo saco una cajetilla de cigarrillos. Tomo uno y lo encendió.

- Mantenme informado de cualquier novedad.- caminé hacia la salida. No tenia nada mas que hacer ahí.

Baje las escaleras hasta el subsuelo y camine por el pasillo para entrar a los vestuarios.

Ya tenía marcados mis nuevos objetivos. Era cuestión de esperar unos días para actuar. Esta vez sería un trágico accidente.

De a poco el pequeño rubio quedaría solo y correría a mis brazos para refugiarse.

Cuando estaba terminando de vestirme, escuche un casillero abrirse. Me asome y con agrado pude observar al pequeño rubio que comenzaba a sacarse la ropa.

Me mantuve en silencio deleitando mis ojos, su piel era tan blanca que parecía porcelana, su cuerpo era delgado pero firme, con los abdominales marcados, sus brazos con músculos marcados y su culo era perfecto, redondo y tentador.

Peligroso DeseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora