Capitulo 12

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Arriba tienen a Rixel. Me costó un poco de trabajo encontrar un modelo, ¡jajaja!, pero este es el que más se me asemeja. De igual manera, como siempre les digo, son libres de imaginarlo como quieran.

Ahora sí, los dejo con la lectura. ¡Espero que disfruten del capítulo!

—Señor —Martínez entró por la puerta como alma en pena—, la chica está bien, en el hospital, pero bien.

—¡Maldita sea! —bramé furioso—. ¿Acaso es un maldito gato? —pregunté a nadie en particular, exasperado—. ¡Son una bola de incompetentes, joder! —seguí gritando mientras golpeaba la mesa con la mano—. ¡Una simple tarea y les viene demasiado grande!

Martínez solo me miraba fijo; su cara estaba pálida y su cuerpo permanecía rígido. Lo conocía perfectamente y sabía que había algo más que no me estaba diciendo.

—¡Maldito, escupe de una vez lo que tengas que decirme y lárgate! —estaba más que alterado. Bien decían que cuando quieras que algo salga bien, debes hacerlo tú mismo.

—Se... señor, es que... —tragó en seco; su cuerpo tembloroso me indicaba que no tenía buenas noticias para mí—. Es que...

—¡Donde no me acabes de decir, maldito lento, te mando para el hospital a ti también, así que habla de una puta vez!

—La chi... chica... —seguía titubeando; en serio, ya me estaba poniendo de los nervios, bueno, más aún—, no estaba sola.

Abrí los ojos de par en par al escuchar eso. Se suponía que todo estaba perfectamente planeado, y en esos planes no incluía compañía.

—No puede ser —respondí lacónico.

—Lo siento, señor, pero es cierto. Y también agarraron a nuestro hombre.

¿Pero qué carajos...?

Me llevé los dedos a la frente, masajeándola en un vano intento por calmar el dolor de cabeza que me sacudía. Esa tonta no debió regresar, pero no dejaré cabos sueltos esta vez.

Mis pensamientos fueron interrumpidos cuando Martínez volvió a hablar.

—Ryan Wood, señor, era quien la acompañaba.

Miré a mi hombre, que no se movía de su lugar, expectante de mi reacción, pero yo estaba peor que él en esos momentos. De todas las personas posibles en el mundo, en el último que hubiera pensado era en ese chico...

*****

Kaia

La doctora llegó y, como pude, me separé de Rixel. Nuestras miradas se cruzaron; mi pecho subía y bajaba a una velocidad que dolía, y la impresión por ser descubierta por alguien más me sacudió de mala manera.

¿Creíste que había sido nuestro ojiazul, cierto?

Nada de "nuestro".

Y sí, le daba la razón a mi conciencia. Me daba vergüenza que Ryan hubiera presenciado algo así.

Una doctora bastante joven, por cierto, con piel clara y pelo castaño, entró a la habitación llevando consigo una especie de talonario y su respectiva bata blanca. Su voz era suave, y casi al escucharla te calmaba.

—Señorita Miller —me habló directamente—, ¿cómo se encuentra? —preguntó con una dulce sonrisa mientras abrazaba el talonario.

—La verdad, he estado mejor —intenté bromear, pero es obvio que fracasé—. Duele un poco, pero creo que estaré bien —me corregí al momento.

KaiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora